domingo, 8 de julio de 2012

Última hora de luz

Por Santiago Kovadloff.


No hay hora más riesgosa
que esta última hora de la tarde.

Algo se dibuja en todo lo que toca
que no sólo delata mi ausencia venidera
sino mi ausencia de siempre,
mi eterna ausencia actual,
los vacíos que anudan mi cuerpo compacto,
lo que jamás remontaré con las palabras,
lo mucho que deshice,
días inhabitados,
lo que ya no tolero recordar.

Sólo mis muertos vuelven mansos a esta hora.
Sólo ellos saben acercarse y repetir,
con sus voces consumidas,
que ser es siempre a medias;
fervor, estertor, haber podido a medias,
agotarse con las manos extendidas.

Este poema forma parte de

El libro Líneas de una mano (editorial Vinciguerra), de próxima aparición.

No hay comentarios:

Publicar un comentario