martes, 16 de abril de 2013

SOCIEDAD HORACIO CONVERTINI “Cuando escribo para chicos busco que haya un mensaje”


POR BÁRBARA ALVAREZ PLÁ. Clarin


El año pasado ganó un concurso por una novela policial. A los chicos, dice, los trata mejor.


16/04/13
Iba caminando al colegio. No recuerdo si pensaba en algo o si solo tenía la mente en blanco. Tarareaba una canción desconocida que había escuchado en la radio la noche anterior. Y pateaba un pequeño canto rodado de color bermellón. Los ojos puestos en el destino de la piedra tras el puntinazo, apenas eso. De golpe, tuve la sensación de que algo malo estaba por pasar”.
Así comienza la novela del escritor y periodista Horacio Convertini, Terror en Diablo Perdido, que acaba de ganar el Premio Sigmar de Literatura Infantil, dotado con 23.000 pesos.
La novela cuenta la historia de unos chicos que tienen que ir a un concurso de narración en un pueblo vecino. Antes del viaje, uno de ellos recibe la visita del fantasma de una nena que le dice que no viaje. Todo se relacionará con una leyenda del pueblo que habla de un gaucho que hizo un pacto con el diablo para poder saquear a placer. A cambio, él le daría la vida de tres chicos.
A Convertini –que actualmente dirige el diario MUY, y que se define como “concursante serial” y “lector de colectivo”– definitivamente lo tocó la varita de una musa. En 2012, su novela La soledad del mal(Eduvim), se llevó el Premio Azabache de novela negra; El refuerzo(Puntocero), ganó el accésit al Premio de Novela Corta Gabriel Sijé en España, en 2008 y su libro de relatos Los que están afuer a (Paradiso), ganó el segundo premio en la categoría de cuentos del Fondo Nacional de las Artes en 2008.
La leyenda de los invencibles (SM) y La noche que salvé al universo (Sigmar), sus otras novelas infantiles, fueron finalistas del Premio Barco de Vapor en 2010 y Sigmar 2009, respectivamente.
Escribe una hora por día y casi no necesita dormir.
–¿Cómo se lleva esto de ganar tantos premios?

–Soy un concursante serial, es la manera de tener visibilidad y poder publicar. Me siento contento por los premios, pero tengo claro que tomar un concurso como medida de la calidad literaria es un error, esto es una lotería, hay que tomarlo deportivamente.
–¿Cuál es la diferencia entre escribir para chicos y escribir para adultos?
–Para chicos busco que haya algún tipo de mensaje moral, con los adultos eso no me interesa. Con los chicos, busco cierto tono melancólico y de acercamiento emotivo a los personajes. Los trato mejor que a mis personajes adultos. En mis personajes infantiles hay siempre una pizca de heroísmo, amistad y solidaridad.
–¿Cómo hacés para escribir tanto y a la vez dirigir un diario?

–La mayoría de mi producción es previa a la dirección de MUY, lo tenía casi todo en un cajón. Lo que hago diariamente es corregir cosas que ya tenía. Desde que dirijo el diario, escribir cosas nuevas se complica más. De todos modos, duermo poco y tengo una ayuda formidable en mi casa, mi mujer me barre todo el frente. La verdad es que paso demasiado tiempo enchufado a la realidad y la literatura me desconecta.
Convertini no para: ahora está a a punto de presentar en Venezuela su última novela New Pompey, que aún tardará un tiempo en llegar a la Argentina
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" VISTO Y OÍDO"

HEBE UHART

Género: crónica
Información Tematika.com

Un folleto viene a ser en teoría una guía para el que va a viajar. En la práctica, los folletos me llenan de perplejidad. ¿Adónde iré primero? Hay turismo rural, religioso, de termas (recuerdo una vez que fui a Copahue y vi salir a multitudes de la laguna del Chancho que es un enorme pozo de barro; salían trepando por las laderas del hoyo todos embarrados, cara y cuerpo; era como un espectáculo bíblico). No me voy a ir tan lejos para ver gente embarrada; en realidad el de Copahue es turismo térmico-religioso, creen en el barro. Turismo de negocios, ¿cómo será eso? Dinosaurios, no, no quiero verlos, ya los sé de memoria y no quiero que ningún guía me señale la vértebra que les falta, yo no me daría cuenta. Tampoco el avistamiento de cóndores, porque todos dicen: `Ahí va, ahí va´ y yo pregunto: `¿Dónde?´ Siempre me los pierdo. Hebe Uhart La escritora-narradora que estas crónicas van construyendo es, como ya se dijo, una gran lectora, ávida, desprejuiciada, capaz de citar párrafos de Alexander von Humboldt, Paul Groussac y Beatriz Vignoli, pero también de escritores locales en ediciones de autor, de un libro acerca de la Feria de Tristán Narvaja y de una Descripción geográfica de la ciudad de Santa Fe del año 1887. Es, también, sumamente furtiva. Rehúye lo autobiográfico y, cuando hace alguna concesión, se trata siempre de algo mínimo: la incomodidad que implica mirar, tomar notas y agua a la vez; la costumbre de caminar sin rumbo en las ciudades grandes. (¿) Hebe Uhart, como Clarice Lispector, comprende bien que las cartas más interesantes de una crónica se juegan no cuando se intenta reflejar una realidad, esa entelequia, sino cuando se focaliza ese detalle capaz de revelar un mundo." María Sonia Cristoff La Nación, de Buenos Aires
U
Hebe UHART nació en Moreno, provincia de Buenos Aires, en 1936. Estudió Filosofía en la Universidad de Buenos Aires. Trabajó como docente y colaboró en distintos medios. Ha publicado, entre otros títulos, las novelas Camilo asciende (1987)
y Mudanzas (1995), y los libros de cuentos Dios, San Pedro y las almas (1962),
La gente de la casa rosa (1970), El budín esponjoso (1977), La luz de un nuevo día (1983), Guiando la hiedra (1997), Del cielo a casa (2003) y Turistas (2008).
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lunes, 15 de abril de 2013

"Me especializo en hacer preguntas incómodas"


El autor de La cena, que visitará por primera vez la Argentina como parte del contingente holandés invitado a la Feria del Libro, revela en esta entrevista cómo maneja el suspenso en sus novelas y cuenta por qué embate contra la corrección política
Por Pedro B. Rey  | LA NACION




Koch comenzó a publicar libros en los años ochenta, pero el éxito internacional le llegó recientemente con La cena.. Foto: EFE / Alejandro García

Jekyll y Hyde. Quien haya leído las dos novelas traducidas al español de Herman Koch (Arnhem, 1953), y se dispone a encontrarse con él, aspira a que en su caso la segunda de las figuras, el poco recomendable y fantasmal Hyde, encuentre su válvula de escape en las páginas firmadas por el segundo, un amable Jekyll de carne y hueso.
En efecto, tanto La cena (2009) como Casa de verano con piscina (2011) tienen de protagonistas a personajes amargados, que despotrican contra el mundo y desgranan una acidez contagiosa. No sería recomendable lidiar, es de suponer, con esa clase de personas en la vida real. En la primera de las novelas, un par de parejas, compuestas por dos hermanos y sus respectivas mujeres, se reúne en un restaurante de lujo para discutir, comida mediante, qué hacer con el ominoso descubrimiento que acaban de hacer sobre sus hijos. En la segunda, un médico dado al cinismo se ve envuelto en unas turbulentas vacaciones mediterráneas con su mujer, sus hijas adolescentes y la familia de un actor pantagruélico y lascivo.
Koch, afortunadamente, tiene poco o nada de sus personajes literarios. Aunque comenzó a publicar a mediados de los años ochenta, hasta hace poco tiempo era más conocido como actor -gracias a su participación en un programa cómico de la televisión- que como escritor. El éxito de La cena , que superó las fronteras holandesas, trastocó el orden de los factores, pero no parece haber alterado la bonhomía del comediante.
El escritor se prepara para visitar Buenos Aires para la próxima Feria Internacional del Libro como parte del contingente de la ciudad invitada de este año: Ámsterdam. Mientras tanto, en el moderno departamento que habita con su mujer española, distante de los proverbiales canales del centro, Koch cuenta, en un fluido español punteado de expresiones castizas, que se encuentra terminando su nueva novela: la historia de un anciano escritor que es contactado por el protagonista del caso real sobre el que escribió décadas antes. En los días previos a la entrevista, la traducción al inglés de La cena ingresó en la lista de best sellers de The New York Times. La noticia lo tuvo un poco ajetreado, requerido por radio y televisión. "Es curioso -dice con ironía-. Por un momento tenía la impresión de que había ganado una medalla olímpica en algún deporte en el que los holandeses nunca fueron buenos."
-En los dos libros suyos conocidos en español hay una dosificación del suspenso bastante inaudita. ¿Se definiría como un escritor de género?
-Creo que si alguien llega a mis novelas creyendo que son de suspenso puede salir decepcionado. No hay policías que deben solucionar un caso. Las resoluciones, por lo demás, no son lo que de verdad importa, son apenas un extra. Me gusta jugar con ese tipo de componentes porque alguna vez advertí que las obras que leo, las películas que me gustan los tienen. Pero prefiero pensar que en lo que escribo hay una mezcla mucho más grande, muchos géneros al mismo tiempo.
-En su caso, el suspenso, la ansiedad por lo que sucederá a continuación, parece puesto al servicio de los personajes y la ambigüedad de su carácter. ¿La ambigüedad es condición fundamental de la literatura?
-Siempre me molestaron las novelas que guían al lector. Por eso tengo predilección por la primera persona. El narrador, ese "yo" que cuenta las cosas, presenta los hechos de una manera dada y no advierte necesariamente todo. El que lee tiene la posibilidad de notar detalles que el narrador pasa por alto y también de llegar a sus propias conclusiones. Al comienzo de La cena , Paul, el protagonista, anuncia que de ninguna manera va a referir algunos aspectos de la historia, que se va a reservar parte de lo que sabe. Yo mismo no sabía qué escondía. Mucho más tarde me di cuenta de que ocultaba, entre tantas otras cosas, un costado agresivo.
-¿Tiende entonces a improvisar la trama?
-Escribo en orden cronológico, pero sin saber hacia dónde va el argumento. Me gusta no saber qué va a pasar en el capítulo siguiente. Es común, entonces, que ocurran cosas inesperadas. La escena en que el narrador escucha el mensaje que la mujer dejó en el teléfono móvil de su hijo, que produce un desvío fuerte en la novela, no estaba planificada: ocurrió simplemente al momento de escribirla. De pronto pensé: ¡ella lo sabe todo! Ésos son los momentos de mayor felicidad al escribir un libro. Me acuerdo de que tenía que ir al hospital a hacerme unos análisis bastante serios y yo estaba, sin embargo, contentísimo. Creo que la sorpresa que me transmite a mí un descubrimiento de esa clase se traslada al lector. También hay excepciones, claro: enLa cena , la acción en el núcleo del libro, la de los chicos que atacan a una vagabunda, está inspirada en un caso real y la escribí al principio, idéntica a como quedó.
-¿Por qué personajes que al comienzo pueden resultar incluso simpáticos derivan hacia semejante oscuridad?
-Porque me llaman la atención mis lados oscuros, como me llaman la atención los de los demás. Yo podría haber tenido una conversación agresiva como la que se produce en la tienda de bicicletas, cuando Paul amenaza al vendedor. Lo que ocurre es que nunca pasaría a la acción, me limitaría a pensar algo así como: "Debería haberle dado a este tipo una buena hostia". Mucha gente tiene fantasías violentas, agresivas. En mi caso, tengo la suerte de vivirlas por medio de un personaje. Dejé de fumar hace años, pero mis personajes siguen fumando. Y los hago tomar mucho más alcohol del que tomo yo.
-También ocurre lo inverso: alguien que al principio tiene todo para ser el farsante perfecto puede revelarse honorable. No es común que en una novela contemporánea un político ocupe ese lugar.
-Al principio, la idea, como de hecho ocurre, era ridiculizar a Serge Lohman a través de la mirada de Paul, su hermano. Pero detesto las caricaturas. No quería convertirlo en un derechista a lo Berlusconi o Sarkozy. Por eso lo hice socialdemócrata, de centroizquierda, antirracista, con un hijo adoptado, de origen africano. Lo lógico era que actuara como un político clásico, que para salvar su carrera ocultara la posibilidad de cualquier escándalo. Pero fui en la dirección contraria. Mucha gente que lee La cena considera que es el único personaje decente, pero tiene también su lado equívoco: hay una minoría de lectores que se identifica con el resentimiento de Paul hacia él.
-Tanto en La cena como en Casa de verano ... abundan las "opiniones contundentes", para parafrasear a Nabokov. ¿Hasta qué punto las definiciones tajantes o lapidarias que proponen los personajes tienen valor de verdad?
-Las opiniones extremas obligan a pensar en las consecuencias de lo que se dice. La novela es un muy buen terreno para el choque de opiniones. Por eso les doy voz a juicios con los que no estoy para nada de acuerdo, aunque sí busco que sean inteligentes, provocativos.
-Un escritor, un colega suyo, me dijo que una de sus cualidades como actor era que poseía un talento natural para contar historias terribles sin que se notara si lo hacía en broma o en serio. ¿Se podría decir que a pesar de la negrura sus libros tienen un doblez cómico?
-Todo está tensado, exagerado a tal punto que puede producir hilaridad. En cierto modo, lo que hago es sátira. Me gusta "pinchar" al lector con críticas devastadoras a los restaurantes de lujo, los campings ecologistas o las playas nudistas...
-La causticidad por momentos recuerda el tono de Thomas Bernhard.
-Es un buen punto. lo leí bastante a mis veinte años. Me gustaban mucho esos monólogos contra todo y contra todos, aunque después de algunas novelas empezó a agobiarme. Hay algo de esa idea en lo que escribo. Por ejemplo: el intercambio que tiene Schloss, el médico deCasa de verano..., con su antiguo profesor sobre la necesidad de la naturaleza de eliminar a algunos de sus "monstruos".
-¿Cómo se toma en su país la acidez de esos comentarios?
-Cuando leo en público, la mayoría toma lo cómico como cómico; no lo ve como una crítica social seria o profunda. Nadie se siente ofendido excepto, claro está, el nudista solitario que pueda haber en el público.
-Sin embargo, la sociedad holandesa que surge de sus páginas está lejos de ser un lecho de rosas. En La cena aparece, apenas velado, el racismo, mientras que las críticas a sus connacionales en el exterior, que figuran de Casa de verano ... , son bastante directas.
-Sobre todo en los años ochenta, de manera políticamente correcta, los holandeses se autofelicitaron por su tolerancia, en especial en lo que atañe a la inmigración. Pero lo que se esconde en la idea de tolerancia es justamente un sentimiento de superioridad. En realidad no hay nada que tolerar. Basta con decir: "El otro es tan persona como yo". No hace falta tratarlo como si fuera un niño, buscar que se convierta en buen holandés, que hable el idioma. Me especializo en hacer preguntas incómodas. Si alguien que viene de Burkina Faso no quiere volverse holandés, ¿no tiene acaso derechos? ¿Alguien que viene de afuera no puede ser también un gilipollas? ¿Tengo que tolerar a un gilipollas sólo porque viene de África? Ése es el punto vulnerable de la sociedad holandesa: el conformismo de conformarse con las buenas intenciones.
A los que han leído los libros del autor disfrutarán de esta significativa  nota realizada por el periodista Pedro Rey. 
Y los que no, tienen la oportunidad de conocer el autor de dos excelentes libros.

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viernes, 12 de abril de 2013


La Vegetariana

de Han Kang

Editorial: Bajo la Luna
Clasificación:Ficción y Literatura » Novelas » General
Publicación:27/11/2012 | Idioma:Español
Yeonghye es una mujer aparentemente normal, joven, sin mayores virtudes o defectos. Una noche, sin ninguna actitud previa que hiciera suponer un cambio en su carácter, su marido la encuentra en la cocina tirando a la basura toda la carne almacenada en el congelador. Cuando él la increpa por lo que está haciendo, ella le dice que ha tenido un sueño y que abandonará la ingesta de carnes. Su determinación es absolutamente radical e irrevocable, pero el marido y la familia no están preparados para esta decisión ni para la transformación que comienza a gestarse en Yeonghye a partir de ese momento.
La vegetariana, es una novela con un fuerte componente psicológico, que cuestiona los límites culturales de la cordura, la violencia y el valor del cuerpo como un bien privado y último refugio


HAN KANG

 (Gwangju, 1970). Poco después de finalizar sus estudios universitarios, comenzó su carrera literaria publicando su primer poema en la revista Literatura y Sociedad. Un año después, con su cuento “El ancla roja”, obtiene el primer lugar en el Concurso Literario Anual de Primavera. A partir de entonces inició su verdadera carrera como novelista. Desde los primeros momentos de su carrera, Han Kang recibió toda la atención del círculo literario de su país y tras la publicación de sus novelas El amor de Yeosu (1995) y El fruto de mi mujer (2000), se le consideró una autora polémica. Han Kang, con una continua crítica favorable, ha sido galardonada con prestigiosos premios para los escritores de Corea tales como el Premio de Literatura Dong Ri, el Premio de Literatura Yi Sang, el Premio de Literatura de Novelas Coreanas y el Premio Artista Joven del Año, entre otros.
La escritora presentará en Guadalajara, la versión en español de
La vegetariana, novela dividida en tres capítulos narrados desde el punto de vista de tres personajes diferentes, muy cercanos a Young-hae, con quienes se ha puesto de acuerdo para ser estrictamente vegetarianos. La protagonista, Young-hae, persigue el vegetarianismo con tal vehemencia, hasta el punto que cree que ella es una planta y se niega a comer. La versión cinematográfica de la novela se convirtió en una sensación por ser una de las diez películas coreanas invitadas al Festival de cine de Sundance 2010.
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domingo, 7 de abril de 2013

Nueva York celebrará el 90° aniversario del primer libro de Jorge Luis Borges

Una edición ilustrada en color y en gran formato del poemario titulado "Fervor de Buenos Aires", será presentada por la viuda del escritor, María Kodama, con motivo del 90° aniversario de su publicación.





Editado por Pedro Tabernero, el volumen forma parte de la colección "Poetas y ciudades" que ya reúne otros títulos míticos de la poesía en español como "Poeta en Nueva York", de Lorca, "Diario de un poeta recién casado", de Juan Ramón Jiménez, y "Sombra del paraíso", de Vicente Aleixandre.
Pedro Tabernero dijo a Efe que, en este caso y a diferencia de títulos anteriores de la colección, la edición conmemora el 90 aniversario de "un libro doblemente legendario, ya que se trata del primer título de un escritor de culto, de un clásico en vida como fue Borges".
De este libro en el que la ciudad se convierte en tema poético, dijo el propio Borges, muchos años después de su publicación, que en sus páginas estaba abocetada toda su obra.
La presentación de la primera edición ilustrada de "Fervor de Buenos Aires" se celebrará en el Instituto Cervantes de Nueva York el 19 de abril, posteriormente se efectuará en Buenos Aires junto a una exposición de algunas de los dibujos hechos expresamente para este libro, y luego en Madrid, según ha explicado Tabernero.
Además de María Kodama y del editor, en la presentación intervendrá la hispanista Lía Schwartz, viuda del profesor Isaías Lerner, especialista en Borges y fallecido hace dos meses.
La edición cuenta con ochenta dibujos del argentino Pablo Racioppi, entre ellos varios retratos de Borges, en los que "ha ido conjugando grafismos figurativos y expresionistas muy cercanos al espíritu borgiano", según Tabernero.
La edición "ha sido concebida íntegramente desde el mundo de la ilustración, y supone una importante aportación gráfica que transporta la obra literaria a una dimensión visual hasta ahora inédita, explicó el editor, quien ha trabajado anteriormente en Sevilla con Pablo Racioppi.
Con motivo de esta edición, Racioppi señaló que cuando era muy joven adquirió un ejemplar de "Fervor de Buenos Aires" sin imaginar entonces que aquel ejemplar se transformaría en uno de los pilares de su formación, al que volvería "una y otra vez como quien consulta un libro sapiencial".
En el prólogo, Isaías Lerner aborda la faceta de Borges como profesor, que considera alejada de la figura que hoy prevalece de Borges y "que han inventado las entrevistas y las banalidades del periodismo que pretende ser cultural".
Lerner, que fue discípulo del escritor argentino en los cursos que impartió sobre literatura inglesa y americana, afirma que algunas de las virtudes de la prosa de Borges que constituyen "el modelo que habría de cambiar la manera de escribir en castellano" distinguían igualmente sus clases y conferencias.
La edición ilustrada de "Fervor de Buenos Aires" cuenta también con una introducción del escritor José María Conget, quien define esta obra como "un libro de poesía amorosa camuflada tras la enunciación estremecida de unas plazas, unas esquinas, unas salas familiares".
"Si algo hemos aprendido de Borges es que el fervor por Buenos Aires no se diferencia del que nos suscitan a cada uno las calles y plazas por las que transitaron nuestra juventud y nuestro deseo", escribe Conget, quien no se olvida de recordar que Borges también describió la capital argentina "como un plano de mis humillaciones y fracasos".
Borges iba a cumplir los 15 años cuando partió hacia Europa con su familia y tenía 22 cuando regresó a Buenos Aires, de ahí que Conget escriba: "Tal vez la ciudad que el joven Borges encontró en 1921, a su regreso de Europa, había sido construida en su mente a partir de un doble espejismo, el de la nostalgia y el de la traicionera memoria infantil".

DIARIO DE CULTURA. on line
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viernes, 5 de abril de 2013

martes, 2 de abril de 2013


Link to Libros Juveniles




Editorial Bruño, colección Paralelo Cero. Marzo 2013. 224 páginas. De 14 años en adelante.

 La niebla que te envuelve, con su ritmo tan cinematográfico, viene a ser un thriller psicológico donde importan tanto los peligros exteriores y reales, como aquellos que anidan en la propia mente de los personajes. Al fin y al cabo, como decía Sócrates en la cita que se recoge al comienzo de la novela: El mayor de todos los misterios es el hombre.

 Toda la acción se desarrolla en un centro de altos estudios denominadoLux Homini. Allí sólo acogen a estudiantes superdotados en alguna disciplina científica o artística. Así pues, las clases están diseñadas para jóvenes matemáticos, compositores, pintores, poetas de gran talento. Desde el recinto del internado, se divisan los Picos de Europa y Peña Sagra. De las montañas cercanas se desprende una incensante y misteriosa niebla que pareciera tener inteligencia propia y quisiera estar presente en cuanto ocurre dentro de la institución. Y es que son muchos los hechos extraños que se suceden en Lux Homini. De ellos serán testigos los personajes que, sin ser estudiantes del centro, pasan por allí. Entre ellos, están los informáticos Rafa y Alfredo, la nueva administrativa Montse, el capitán de la Guardia Civil. Incluso algún profesor honrado, como Carlos Amador, reconocerá que no todo lo que ocurre es propio de un centro educativo.

Los estudiantes son sometidos a pruebas extrañas que pretenden, según los investigadores que las llevan a cabo, sacar lo mejor de los cerebros. El objetivo es quitar la niebla que envuelve la mente y la entorpece. Así pues, la niebla adquiere un simbolismo evidente: la bruma externa procedente de las cumbres de las montañas y la interna que ha de ser tratada para mejorar el rendimiento de los alumnos.
 
En el intento por descubrir qué clase de experimentos se efectúan realmente, el número de valientes va disminuyendo. Rafa y Montse quedarán solos ante el enorme peligro que supone una secta sin escrúpulos, dispuesta a cualquier cosa por manipular a los jóvenes que estudian en Lux Homini.

Pero, ya sabemos, las mayores amenazas no proceden del exterior. Y la niebla desea envolverlo todo.

Del estilo literario son de destacar el dinamismo de la narración, el lirismo que impregna algunas descripciones, la fluidez de los diálogos y la correspondencia que se produce entre las hablas de los distintos personajes y sus oficios o personalidades. En este sentido, las disquisiciones psicológicas y filosóficas de los científicos resultan muy creíbles. Tan irreprochables como sugerentes nos suenan las revelaciones que la directora de Lux Homini hace, por ejemplo, sobre la técnica de Imagen de Resonancia Magnética Funcional. Lo mismo ocurre cuando se precisan tecnicismos tecnológicos para describir, por ejemplo, los ataques informáticos que Rafa ha de realizar como hackervaliéndose de los mecanismos que efectúan programas como el Access Diver.

Y de la eficaz presencia de la lirica, impuesta por el hecho de que hay alumnos que son poetas y también porque los poemas evocan el poder de la niebla, dejamos aquí un botón de muestra:

 

Soy el fruto de cuanto ellos me hicieron.

Ellos. Casi la absoluta identidad.

Añádele un susurro de vosotros.

Más un sueño de nosotros.

Y un recuerdo de ti.

¿De mí? Nada.

La niebla.
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lunes, 1 de abril de 2013

Cómo se hace un lector Por Graciela Melgarejo | LA NACION


Hace bastantes años, cuando la Feria del Libro porteña todavía estaba en el predio de Pueyrredón y Figueroa Alcorta, en una de esas noches desapacibles y frías de abril, se desarrollaba una de las últimas mesas redondas del encuentro, que trataba sobre la lectura. Los años no dejan ver, diría Borges, ni recordar tampoco, todos los nombres de los participantes, pero uno de ellos era la entrañable escritora Alicia Steimberg. Como podía esperarse, su ponencia fue deliciosamente irónica y realista. "Cuando yo era muy joven -contó-, ya era raro encontrar gente que leyera; en realidad, leer, y mucho, siempre fue cosa rara, de gente rara."
Han pasado los años, pero las costumbres parecen no haber cambiado tanto, a pesar de que nunca se ha leído en la forma en que se lee hoy en el mundo entero. Los jóvenes, en particular, leen y leen mucho, porque están en contacto permanentemente con textos: textos visuales y textos lingüísticos, en soporte papel y, sobre todo, en pantallas que les exigen, además, interactuar, reescribir, participar, investigar.
Esta nota se pregunta si esos nuevos lectores, ahora que ya no se ven perseguidos por las famosas "lecturas obligatorias" impuestas por el manual o el profesor de turno en el secundario, y pueden elegir con total libertad, siguen leyendo. El mismo interrogante, hecho al azar, entre algunos conocidos, puede servir para empezar a ubicarse en un contexto que por fuerza será siempre incompleto y cambiante. Por ejemplo, Tomás (21 años), estudiante de abogacía, está leyendo ahora, y en inglés, 1984 , de George Orwell, tomado de la biblioteca de su padre. Alan (21) está preparando la tesina para terminar la carrera de comunicación, y tiene un libro empezado que comenzó a leer por placer y que quizás use para su trabajo final: La segunda revolución china , de Eugenio Bregolat, sobre las ideas con que Deng Xiaoping gobernó China en los años noventa. Ana Francisca (25) cursa veterinaria y comenzó a leer Conducción políticade Juan Domingo Perón, por consejo de su padre, y alterna esa lectura con historietas (Maitena Mafalda Patoruzito ), pero acota que en el trabajo, muchas compañeras de su edad leen novelas de Danielle Steel.
Están, por supuesto, de manera más sistematizada, los resultados de algunas encuestas hechas a partir del Plan de Promoción de la Lectura nacional. Así, la profesora Patricia Bailoff, que participa en el Plan Provincial de Lectura de La Pampa, en el equipo técnico y también como tallerista, cuenta parte de su experiencia: "Luego de recopilar datos de alumnos ya egresados y recibidos, y también escuchando la opinión de jóvenes docentes, pude observar que el gusto por la lectura permanece y que buscan por distintos medios interiorizarse de los libros actuales, cuáles son los más vendidos o cuáles pueden servirles de acuerdo con sus intereses. También van a bibliotecas o pierden horas en las librerías". La tecnología aparece como una herramienta de ayuda, sobre todo: "Permite el encuentro con los libros y, si no es posible la compra, existe la posibilidad de bajar un PDF, aunque todavía se advierte el gusto por la versión en papel y no tanto la lectura en pantalla".
Un párrafo aparte merecen, para la profesora Bailoff, aquellos otros a los que directamente no les interesa leer: "Aunque están en los primeros años de una carrera universitaria o de un profesorado, no tienen interés por la lectura. Generalmente leen algún texto 'suelto' de Coelho o Bucay, y no leen los diarios, ni siquiera los digitales. No están informados sobre la realidad cotidiana y al preguntarles por el uso de Internet para búsqueda de información o lectura de libros, señalan que no les interesa, pero sí destacan que utilizan mucho Facebook".
De todas formas, de esas encuestas, se desprenden algunos títulos y temas para tener en cuenta. Mario Vargas Llosa, por distintas razones, aparece con más de un texto: Travesuras de la niña mala La tía Julia y el escribidor ; entre otros, están Fogwill, Cuentos completos ; Juan José Saer, El entenado ; Siri Hustvedt, El verano sin hombres ; por supuesto, Alejandra Pizarnik, Poesía completa ; novelas de Claudia Piñeiro (en especial, Betibú , que figura en listas de best sellers ); Indias blancas , de Florencia Bonelli; Eduardo Galeano, Las venas abiertas de América Latina , o la trilogía policial de Stieg Larsson, Millennium . Como se ve, elecciones heterogéneas, en las que predominan, además, las hechas por lectoras, porque las mujeres están leyendo más, por lo menos en cantidad.

NO A LA DOMESTICACIÓN

Es cierto que la sociedad puede ser impiadosa con los jóvenes, siempre exigiéndoles ser ese "futuro" inalcanzable, que sus propios padres no lograron conseguir. El filósofo e investigador Hugo E. Biagini ha dedicado su libro La contracultura juvenil. De la emancipación a los indignados (Capital intelectual, 2012) a tratar en parte el tema. Escribe Biagini en la introducción:
 
Ilustración: María Elina. 
La estrecha afinidad entre utopismo y juventud presupone una serie de atributos que pueden ligarse con dicha etapa existencial. [...] En ese perfil relativamente singular aparecen matizadamente el inconformismo, la creatividad, el desprendimiento, la preferencia por la acción, el jugarse con osadía, la lealtad, etcétera. Las cualidades mencionadas han hecho que la juventud haya sido glorificada por concentrar todas las virtudes o por su monto de heroicidad y al mismo tiempo se la haya detractado por considerarla fuente de anarquía y perturbación social, con ribetes delictivos.
Es a esa juventud tan pronto endiosada como discriminada a la que la sociedad (sus padres, sus maestros; los adultos, en fin) le pedimos que lea, que lea incluso por lo que el resto no lee ni leerá. Por ello, es muy importante detenerse en este testimonio de una escritora que, como Verónica Sukaczer -también periodista y logogenista; entre otros libros, escribió Hay que ser animal(Segundo Premio Nacional de Literatura Infantil) yLindo día para volar (mención especial del premio El Barco de Vapor)-, tiene contacto habitual con los jóvenes porque dirige talleres literarios: "Hace poco, tuve dos experiencias que me trastornaron bastante. Por un lado, un grupo de participantes en un taller literario, todos veinteañeros, se aburrieron soberanamente con Fahrenheit 451 , de Ray Bradbury. Y mi hijo adolescente casi se infarta al tener que leer un único cuento de Poe para una tarea escolar". Un repaso personal de esos mismos textos arrojó la siguiente conclusión: "Me encontré con largas descripciones, diálogos a veces más literarios que reales, con modos de contar que, aunque a mí me siguen apasionando, entiendo que no resulten interesantes para nuestros nativos digitales. Y aquí entran muchos otros elementos que juegan en contra: el caudal cultural de los chicos de hoy en día es decididamente pobre, y por eso no comprenden muchas de las relaciones que el texto hace con momentos históricos o personajes o lo que fuera. También el lenguaje se ha empobrecido, los tiempos de lectura no son los mismos ni de la misma calidad, y las fuentes de distracción son variadas y están encendidas las veinticuatro horas del día".
Las experiencias de la escritora Silvia Plager (su último libro publicado es Boleros que matan , y ahora Sudamericana reedita La rabina ) son tan variadas como los años que lleva dirigiendo su taller literario. "Empecé coordinando los talleres literarios de los años ochenta en el Centro Cultural San Martín, cuando lo dirigía Javier Torre, con gente de todas las edades. Hoy, personalmente, no elegiría tener en mi grupo a alguien de 20 años, porque hay que tener lecturas básicas, que no siempre han hecho, y porque mi taller es de narración, no de expresión". También Plager coincide, como lo hará la mayoría de los entrevistados en esta nota, en que "hay que ser lector primero y después escritor. El que no venera el texto escrito no puede ser escritor". También ella va a destacar que le llama la atención "esa ansiedad por leer el propio texto, antes que leer uno de un escritor consagrado". De todas maneras, reconoce que cuando ella empezó a hacer taller con el escritor Roger Pla ("que tenía una cultura impresionante; si no habías leído nada de filosofía, te recomendaba qué leer"), en esa época también estaban las chicas que leían tanto Corín Tellado como Herman Hesse ( El lobo estepario ), porque eran las lecturas de ese momento. Finalmente, Silvia Plager rescata una "expresión escrita" que le parece importante: "Las largas parrafadas en Facebook de comentarios de libros, que se van armando entre los participantes, y que están muy bien escritas y tienen su valor", y que comprende a gente de todas las edades.
Por esa razón, hay especialistas que creen que un lector, mejor aún, un "buen lector" (porque de eso se trata, en definitiva), puede hacerse como se hace un deportista, un músico, una persona que disfruta de los amigos y de los afectos, o del cine: con acceso frecuente, con disponibilidad del espacio apropiado, del estímulo. Y también de lo que se entienda por "buen, poco o mal lector". Para Lola Rubio, especialista en literatura infantil y juvenil, bibliotecaria, que está actualmente al frente del Área de Obras para Niños y Adolescentes de la editorial Fondo de Cultura Económica, "hay tantos buenos lectores jóvenes como buenos lectores adultos; lectores frecuentes, habituales, en general muy estimulados por su entorno social, familiar, escolar. Lo interesante es pensar que también hay espacio para generar lectores si la lectura deja de estar tan domesticada, tan asociada a los valores, a lo correcto, a la aceptación de pautas. Para muchos jóvenes, leer es casi como mostrar otra forma de obediencia: algo que puede provocar rechazo en muchos de ellos. La lectura tiene que ser un espacio de rebeldía, ya sea por la temática, por el autor, por el momento elegido para leer. La domesticación juega en contra. Cuántas anécdotas conocemos de grandes lectores que leían a escondidas o leían textos no admitidos (incluso prohibidos), o lo hacían robando tiempo a otras tareas, e incluso enfrentándose a adultos que aseguraban que leer era una pérdida de tiempo. No tendríamos que equiparar el goce de la lectura con el cepillado diario de los dientes".
Se pueden buscar, entonces, otras maneras de interesar a jóvenes (y adultos) en ese ámbito tan personal e inasible. En principio, ellos mismos se encargan de hacerlo. Por ejemplo, confiando en la recomendación de sus pares, que se da ahora a través de las redes sociales y que permite así convertir -o no- el libro en fenómeno. Como dice la periodista y editora de Norma, Hinde Pomeraniec, "ahí están lo que se llama fandoms , que son nuestros viejos clubes de admiradores. Pueden ser de libros, de series, de cómics". Estos lectores, muchos de ellos a punto de terminar el secundario, "aman las fan pages y debaten, discuten y hasta les dan ideas a los guionistas o escritores para segundas, terceras o cuartas partes".
Para Pomeraniec, los temas todavía siguen divididos "entre los lectores que buscan sólo fantasía, distopías y realidades paralelas, y aquellos que prefieren historias más reales, más cercanas, son ésos a los que de adultos les va a gustar leer biografías. Los primeros suelen ser lectores voraces, que consumen grandes tomos; los segundos son más vagos, y por lo tanto les produce tremenda felicidad llegar al final de un libro".

LA VIDA MISMA

Esa circulación de la lectura a través de las redes sociales es una de las características más importantes para rescatar hoy. Si bien Eduardo González, autor de novelas juveniles y policiales, está convencido de que los jóvenes lectores provienen de familias lectoras en las que se comparten charlas y opiniones sobre los libros que se publican o se leen, esos libros finalmente hoy forman parte de lo cotidiano, de la vida. "Están los lectores de blogs que se enteran de las opiniones con sus pares a través de la Web. El cine es otro medio de abordaje a la lectura, como así también algunas series, ya que muchos llegan a los libros después de verlas:Crepúsculo Los juegos del hambre Juego de tronos ", películas que también comparten con los adultos, por lo que se da un interesante intercambio generacional, como cuando en la casa todo el mundo leyó la serie de Harry Potter. Para González, también es importante la temática de algunos títulos:
Llegan a ser best sellers aunque tocan temas como el abuso sexual infantil, el filicidio, el fratricidio o el vampirismo. Por eso, estoy convencido de que un joven sabe por qué elige un libro, por qué lo compra. Entiende perfectamente qué quiere leer a la hora de comprar un libro, porque la Web ha permitido la diversidad y esa situación para un joven inquieto es maravillosa.
 
Ilustración: María Elina. 
La vida misma parece encargarse de darles a estos lectores actuales muchas más oportunidades que las que tuvieron sus mayores. También Eduardo González recuerda una anécdota muy interesante al respecto: "En el festival BAN [el de la Novela Negra de Buenos Aires], estábamos debatiendo sobre el policial juvenil, y dos profesores de la Universidad Nacional de Villa María, Córdoba, comentaron que sus alumnos leían empleando soportes electrónicos y también papel; en especial buscaban libros usados, sobre todo, las primeras ediciones del Séptimo Círculo".
Es evidente, entonces, que las nuevas tecnologías tienen su lado altamente positivo. Los que frecuentan Twitter, ese reino de la "escritura corta" por lo de los 140 caracteres, saben que son infinitas las posibilidades de recibir y dar recomendaciones sobre todo tipo de lecturas. Así, está por ejemplo, desde Venezuela, @QuéLeer -sus integrantes se autodefinen como "lectores caseros que buscamos experiencias literarias, para enriquecer nuestro intelecto y nuestras bibliotecas" ( www.queleer.com.ve )- un colectivo, como les gusta decir a los españoles de España, que hace, además, entrevistas a distintos autores, generalmente una vez por semana, cuyo pensamiento se va desgranando -nunca mejor usado el verbo- a lo largo de decenas de tuits; al final de la entrevista, se hace una pregunta sobre un libro en particular del escritor, y aquellos tuiteros que aciertan ganan un ejemplar de la obra mencionada. Una de sus últimas recomendaciones ha sido esta: "@QuéLeer esta Semana Santa: Novelas Ejemplares de Cervantes en #ebook. ¡Mirad qué portadas más originales! http://ow.ly/joziS". De estos ejemplos, hay muchísimos en la Red.
Para Daniel Divinsky, creador de la ya mítica Ediciones de la Flor, no hay todavía datos fehacientes como para conformar estadísticas tan completas sobre el fenómeno de la lectura, tanto en soporte papel como en pantalla. Para él, estamos viviendo un poco el imperio de la cultura adolescente, porque la lectura en pantalla es predominante en un público cuya edad promedio son los 20 años. Por eso quizá también el auge de la novela gráfica; la Comisión Nacional de Bibliotecas Populares (Conabip) que realiza anualmente envíos colectivos a las bibliotecas de todo el país y que siempre consulta a los bibliotecarios para hacer sus encargos, compró mucha novela gráfica a Ediciones de la Flor -específicamente, Los dueños de la tierra , de David Viñas, con adaptación de Juan Carlos Kreimer e ilustraciones de Dante Ginevra-, "y eso es porque esa debe de haber sido la recomendación", concluye Divinsky. Con respecto al humor gráfico, un plato fuerte de su editorial, también señala que ya son varios los autores que le comentan que, a raíz del número creciente de seguidores en las redes sociales, ese fenómeno levantó la demanda en la venta de sus libros.
Este otro fenómeno, la llamada "novela gráfica", ha merecido un libro: el del historietista español Santiago García - La novela gráfica , Astiberri Ediciones, 2010-, en el que su autor opina que no se trata del equivalente a una novela literaria, ni es un género, un formato o una temática, sino más bien una intención, una decisión consciente de un autor "de hacer un tebeo adulto", una decisión fundada sobre todo en la libertad que se ha conseguido en el transcurso de la historia y en la conciencia de autor, que en opinión de García es el punto clave del nuevo cómic. Independientemente de que estemos o no ante un nuevo género (aunque su denominación lo sea), el trasvasamiento de la novela gráfica al ámbito local puede llegar a dar resultados interesantes, y no es menor el hecho de que una institución como la Conabip haya decidido hacer una compra grande de una obra como la de Viñas que, en su época y aun ahora, por su valor literario e histórico, sigue siendo profundamente cuestionadora.

OTRAS VOCES, OTROS CAMINOS

Todos los entrevistados están de acuerdo en señalar que un escritor debe ser (sí, obligatoriamente) un muy buen lector. ¿Se cumple este apotegma hoy? Una experiencia interesante es la que está haciendo Casa de Letras (CdL, www.casadeletras.com.ar ), la asociación civil creada en 2006 y dedicada a "enseñar y desarrollar integralmente la lectura, la escritura, la narración oral, y los universos vinculados a ellas". Su directora, Blanca Herrera, cuenta que los integrantes de CdL ahora han decidido crear la Escuela de Escritura Online, que comenzará sus cursos en abril próximo. "En realidad, esta idea surgió porque gente de otros lugares, Rosario o Neuquén, por ejemplo, no podían asistir a nuestros cursos presenciales; se trata de recrear en un aula virtual las condiciones de intercambio y comunicación entre docentes y alumnos propias de un aula presencial". Lo que Herrera destaca es que, en la formación que ellos dan, el tema de la práctica de la escritura tiene la misma entidad que la de la lectura, aunque aquí se trate de una lectura "para escritores": herramientas técnicas, artilugios, etcétera, importantes de reconocer cuando se está intentando escribir un texto literario.
Con respecto a las lecturas que pueden tener los que se acercan a cursar en CdL, dice Herrera que "el espectro es heterogéneo en cuanto a las edades; en su mayoría están entre los 25 y los 40 años, aunque hemos tenido asistentes de 70 años y más. Aquí se da también, como arrastre del secundario, el fenómeno de la pobre o mala comprensión de textos. E incluso entre los más jóvenes, que vienen porque quieren escribir, ocurre que no quieren leer, están enamorados de sus textos y no están interesados en leer los textos de otros, aunque se trate de Borges o de Nabokov". Por eso, en las reuniones de claustros, se ha acordado con el equipo de profesores, todos escritores conocidos y que producen su propia literatura, trabajar primero con la lectura y análisis de textos literarios.
"Hay un ejemplo muy interesante -cuenta Blanca Herrera- y está relacionado con un texto clásico, por su belleza literaria y porque se da siempre en el secundario, «El hombrecito del azulejo» de Manuel Mujica Lainez. Cuando fuimos a una escuela para leerlo en voz alta -nosotros hacemos alianzas con distintas empresas, como parte de su responsabilidad social empresaria, para ir a contar historias a las escuelas y así crear un vínculo recreativo y afectivo con la literatura-, sólo entonces los chicos parecieron comprenderlo, tanto que después se lo contaban ellos al maestro." Conclusión: CdL recupera el valor de la narración oral, para adultos también, en sus cursos de narradores orales, "a partir de los cuales, se han formado grandes lectores".

LEER PARA SER FELIZ

Lola Rubio vuelve a definir muy bien este proceso vital tan particular que es elegir qué se quiere leer:
Comparto la idea de que hay un tiempo, un tiempo interno, que requiere de cierta suspensión mental, o de una inmersión total más propia de un mundo analógico que va a contramano de este mundo digital que transitamos, hiperapurado y que superpone estímulos. Me parece que sí tenemos dos lógicas en tensión. La lectura de ficción (o de alta demanda de concentración, lo mismo que si se trata de no-ficción) pide y proporciona aislamiento. De ahí todas las metáforas vinculadas a los mundos que conocemos mientras leemos, o de estar en otro mundo gracias a la lectura. Esta lectura rechaza otras distracciones. Cuando se está metido en una lectura, uno quisiera eliminar las llamadas, la conversación, todo.
Por eso, y como nos recuerda también el escritor Eduardo González, sigue teniendo inmensa vigencia lo que alguna vez escribió Jorge Luis Borges: "El verbo leer, como el verbo amar y el verbo soñar, no soporta el imperativo. La lectura debe ser una de las formas de la felicidad y no se puede obligar a nadie a ser feliz"
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