miércoles, 25 de julio de 2012

“Contemplar a la Reina”-

Uno. Dos. Tres. Cuatro. Después de una larga semana pudo contar de esa mujer los lunares pequeños de su cara. Como siempre la veía de un solo lado decidió cambiar de posición y asi completar esa especie de cuadro vivo que creía estar mirando. Para un solitario nada mejor que una mujer en el bar de siempre, todos los días a la misma hora, al igual que esos cuentos poco románticos que luego se hacen novela de la tele a la tarde. Pedía siempre un cortado y se ponía a revolverlo sin mirar la cuchara en el pocillo. Cuando la veía entrar se hacía el muy interesado en lo que estaba tomando. Ella tenía el pelo largo, más atrás que adelante lo que la hacía más atractiva. Un tapado rojo hasta las rodillas, con un pantalón blanco y una cartera que siempre ponía en su falda. Dejaba una carpeta anillada arriba de la mesa, sacaba el estuche de los anteojos y ponía el celular frente a ella, que vibraba cuando la llamaban y se movía en la mesa color bordó frente...

No hay comentarios:

Publicar un comentario