El Club de Leones Monarca de Magangué tradicionalmente ha hecho una gran fiesta para el cambio de Junta Directiva y se acostumbra invitar a los coterráneos que puedan en el futuro, ser socios de la Institución. El Comité de Festejo solicitó los salones del club social de la ciudad, pero estos los habían reservados con mucha anticipación para un matrimonio. Ante este inconveniente se acordó hacer la fiesta en una finca cercana.
Yo estaba enamorado de Kande la que hoy es mi esposa, su padre don Jesús Hernández tenia una finca que se llamaba La Garita y reunía las condiciones óptimas para los festejos del Club de Leones . El Presidente del Comité me comisionó para que hablara con mi futuro suegro, con el fin de lograr nos proporcionara la hacienda para realizar nuestro programa.
La reunión estaba programada para el domingo y con el fin de cumplir mi cometido, el sábado por la mañana abordé a Don Jesús para manifestarle nuestra intención, y él con mucha satisfacción me contestó : No hay ningún inconveniente, vamos esta tarde a La Garita con el fin de darle la orden y las instrucciones al capataz. Como habíamos acordado, en las horas de la tarde llegamos a la finca y después del acostumbrado tinto en nuestra región, don Jesús llamó al capataz, un hombre sencillo, huraño de pocas palabras y con una humildad del campesino nativo dibujado en su rostro y le dijo: Manuel, mañana vienen para la Garita los leones, así que mantenga la finca bien aseada y procure tener mucho cuidado con los animales para que no molesten.
Al regresar a la ciudad informé al Club que contando con la amabilidad del propietario la Garita estaba lista para la fiesta.
El domingo bien temprano nos citamos en la residencia de un compañero, para tener un punto común de partida y como era natural me fuì con el primer grupo. Al llegar a la Garita encontramos el portón principal abierto de par en par, todo bien aseado, los patios con escasas hojas desprendidas de los árboles, y noté que no había una sola ave de corral, los gansos que acostumbraban con su graznido saludar a los visitantes desaparecieron, unos pollinos vivarachos e inquietos que ví el sábado, no estaban, el chiquero de los puercos vacío y los perros guardianes de la propiedad brillaban por su ausencia,
. Había una soledad impresionante, lo que me hizo llamar con voz alta al capataz, pero este no respondía. Los compañeros leones me miraban y se sumaban a mi preocupación y sorpresa. Frente a la finca vivía una señora que me era conocida, allí me fui a indagar por Manuel el capataz, y al preguntarle por él me contestó : doctor ese señor desde las dos de la madrugada comenzó a llevarse todos los animales para el patio de su casa que está a la entrada del pueblo y me convenció de que amarrara y cuidara los míos, porque su patrón Don Jesús, le había dicho que tuviera cuidado con los animales por que hoy venían para la Garita UNOS LEONES ......
HUGO VASQUEZ CAEZ. (Colombia)
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