Cuento de Hugo Vazquez. (Colombia)
La semana pasada mientras esperaba el turno para una consulta odontológica, me puse a leer una Revista Científica y me entretuve con un artículo sobre Asma. Además de la parte científica tenìa muchas anécdotas y cosas curiosas que los textos no publican y me hizo recordar de un caso que atendí hace mucho tiempo.
Según estudios calificados se ha comprobado que uno de cada seis personas son muy sensibles a uno o más alergenos, es decir, la causa que produce esta enfermedad llamada alergia. En las ciudades populosas unas de las afecciones más comunes es la alergia, debido a la contaminación ambiental. Por estudios estadísticos se sabe que en Estados Unidos más de 20 millones de habitantes padecen este mal. El opinòmetro del periódico El Tiempo de fecha 24 de Enero del 2008, publicó una encuesta hecha por Datexco Company en donde preguntaba si las alergias son ahora más frecuente que antes y el 61.1% respondió que si y es lógico pues nuestro entorno por múltiples razones, cada día se contamina más. Cuando asistimos a congresos médicos y tratan este tema notamos que es poco lo que se avanza en el tratamiento radical de la alergia y se hacen tan crónicos los padecimientos que el paciente cambia con frecuencia de médico buscando mejores alternativas y difícilmente lo logra, si el nuevo facultativo no encuentra la causa.
Voy a contarles un caso típico que me sucedió y que confirma lo anotado anteriormente: Entró a consulta una señora muy conocida por mí, vivía en Barboza, un corregimiento de Magangue y me contó que desde hacia mucho tiempo venia padeciendo de una enfermedad en las piernas y que había visitado especialistas en Cartagena, en Barranquilla y ahora regresaba de Bogotá de un instituto dermatológico y había notado que mientras más se demoraba para regresar a su casa se mejoraba, pero al poco tiempo de estar nuevamente en su hogar, la enfermedad se le agudizaba. La examiné y en verdad tenia una dermatosis en las caras externas e internas de ambos piernas que la molestaba no sólo con el prurito y la resequedad de la piel sino estéticamente. En esa época nuestras comunicaciones no eran tan afortunadas como las de hoy. La radio no transmitía programas científicos y el correo nos llegaba muy retardado. Dado lo anterior teníamos como norma que cuando se nos presentaba un paciente que venía de ser atendido por un especialista, y su mejoría era relativa, nosotros escudriñábamos nuestros sentidos y nos compaginábamos con el paciente para tratar de resolverle el problema. Releí la historia que me había contado y no pensé en tratamiento medicamentoso. Llamé al hijo que era mi amigo y permanecía en la sala de espera, le comenté el dilema de su mamá, además le hice ver la necesidad que tenía de ver el entorno donde desarrollaba sus actividades diarias y que por lo tanto había destinado el próximo domingo para visitarla y le pedí que me “cuadrara”una mesa de dominó con el fin de que ella no estuviera pendiente de mi visita y así podía observarla mejor. Creo que perdí la mayoría de las partidas y hasta me ahorcaron el doble seis, ya que mi interés era la enferma y no el juego.
Barboza dista de Magangue como 30 kilómetros , el transporte se hacia en canoas impulsadas por un motor fuera de borda y para acortarles la narración, a las diez de la mañana estaba disfrutando de un ameno juego de dominó con personas conocidas y observando con depurado celo los movimientos de mi paciente.
Hace muchos años y con mas frecuencia en los pueblos, los sanitarios y los lavaderos los construían fuera de las casas y el lugar especial era al final del patio. Observé que ella iba con frecuencia a esta zona de labores y pasaba por un camino sembrado de muchas plantas ornamentales con bellísimas flores; esas plantas se ponían en contacto con las piernas cada vez que necesitaba ir a su lavadero También observé que tenía un bonito gato de mascota, que adoraba y el animal le respondía ese cariño acariciándole a cada momento las piernas. Cuando me puse de pie para iniciar mi regreso a Magangué, le pedí a los hijos que exterminaran todas las matas que habían en el camino de la cocina al lavadero y que hicieran desaparecer el gato en forma definitiva, luego busqué entre las múltiples pomadas que permanecían en su botiquín, una crema la mas inocua que le sirviera únicamente para humedecerle la resequedad de la piel y que me visitara dentro de l5 días al consultorio. Cumplió la cita y su mejoría fue positiva no solo de la lesión de la piel sino de su estado anímico que tanto la molestaba .Como a los 5 meses por motivos ajenos a mi profesión estuve en Barboza, la visité y encontré el patio sin ninguna mata, el gato ni en retrato y ella con una sonrisa expresiva de felicidad por que su dermatosis había desaparecido.
Además de cancelar mis honorarios, me regaló una bonita novilla berrenda, con cercanías de parto.
Iba a mi finca con mucha frecuencia y una tarde cuando llegué me dijo el Capataz: docto, tiene una “Alergita”. Alergita?.Cuéntame que significa eso, por que en verdad no te entiendo. Y me respondió : Usted debe recordar que nos contó que la novilla berrenda se la habían regalado por curar una enfermedad que se llamaba alergia, pues anoche parió y como es costumbre de ponerle nombre a las vacas, la puse ALERGIA , así que ahora también tiene una cría que se llama ALERGITA.
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