Por Julieta Roffo Especial para Clarín
El foco son los libros, pero también hay teatro, narraciones e incluso telescopio.
22/04/12
Este año, el lema de la 38° edición de la Feria es “Un futuro con libros”. En los pabellones de La Rural hay, caminando, corriendo o a upa, protagonistas fundamentales de ese porvenir: los chicos. Para convertirlos en lectores o para alentarlos a seguir leyendo, los recursos son múltiples: hay libros muy baratos, libros caros, sillas bajitas para hojearlos, narraciones orales, una biblioteca infantil y talleres que, en palabras de la directora de la Feria, Gabriela Adamo, “siempre están vinculados al libro; no importa si hay títeres o están haciendo origami, el anclaje en la lectura es imprescindible”.
Como durante los últimos años, el epicentro para los chicos es el pabellón azul. Allí se ha instalado un patio de juegos, un espacio en el que hay talleres, un rincón cuenta-cuentos y una biblioteca con pufs y estantes a la altura de los lectores. En una Feria en la que nuevamente la política es uno de los temas más abordados por los textos y por las mesas de debate, en ese rinconcito son otros los intereses: “Monstruos, dinosaurios e historietas son los preferidos de los chicos, y mientras tanto los padres se acercan a la Colección Robin Hood”, explica Haydeé, encargada del espacio.
Para no perderse ninguna de estas actividades, hay que pedir especialmente el programa infantil en los puestos de información de la Feria, ilustrado con el Matías de Sendra que recorre todo el espacio dedicado a los chicos. Y no sólo se trata de libros: otras atracciones para ellos son las narraciones orales, espacios de tecnología interactiva, acercamientos a la paleontología y el teatro. Todos los días se dan entre una y cuatro obras. Hoy, por ejemplo, a las 15 se presenta Jugando Cuentos , por la Compañía de teatro El Juglar. Y a las 18.30, La bruja Chicuela aprende a leer , por Cuentos Chicuento. Hasta el sol y las estrellas tienen lugar en esta Feria: una de las actividades, “Los astros y los libros”, consiste en la observación con telescopios, que hoy se realiza a las 19, en el Patio Exterior.
Pero también hay actividades fuera de programa, con las que los chicos se cruzan “al paso” y quedan obnubilados: ayer, en el stand compartido por las editoriales Pequeño Editor, Iamiqué, Arte a Babor, Kalandraka, Libros del Zorro Rojo y Del Eclipse, varios de sus ilustradores pintaron un mural y decenas de chicos compartieron ese momento creativo con ellos.
En ese stand y en el de Edelvives la gran apuesta es no sólo a lo literario sino también a la parte gráfica del libro, y el resultado son ejemplares muy atractivos, como el reciente lanzamiento de Pequeño Editor, los dos primeros tomos de Cuentos del globo . Raquel Franco, coodinadora general de esta editorial, explica la apuesta: “El juego entre el lenguaje textual y el visual es poderoso porque se llega a los chicos que no son tan lectores pero que tal vez entran por la foto o por el dibujo”.
Además de esos grandes libros, en todos los pabellones hay stands de ofertas: en el de Ediciones Infantiles, se consiguen textos desde los 3 pesos, y en el de Serendipidad se pueden comprar tres clásicos infantiles – Blancanieves , Cenicienta , Los tres chanchitos , entre otros– por 20 pesos: lugares ideales para que el souvenir de la Feria no sea sólo una foto.
Aunque la Fundación El Libro organiza la Feria Infantil y Juvenil –que este año será entre el 9 y el 28 de julio– las editoriales no esperan para presentar algunas de sus novedades: en el stand de Norma, en el pabellón verde, hay un espacio dedicado al lanzamiento de El anillo de esmeraldas , el primer tomo –a 54 pesos– de la colección en clave misteriosa Los casos de Anita Demare. Su autora, la célebre escritora Norma Huidobro, firmará ejemplares el sábado 28. En el pabellón amarillo, Ediciones SM ofrece Una casa de secretos , el texto de Paula Bombara que ganó el último premio El Barco de Vapor. Colecciones históricas como los Libros del Malabarista o los del Pajarito Remendado siguen ocupando las mesas del stand de Colihue, y oscilan entre los 13 y los 22 pesos.
Analía Jaurena y Marco Bendezu llevaron a Mateo, su hijo de 3 años, a la Feria con un objetivo único: “Le gusta mucho leer y queremos que lo siga haciendo, y traerlo es un estímulo muy importante para eso”, explicaron. Coinciden con Adamo, que asegura que “lo importante es mostrarles a los chicos que el libro es para divertirse, para aprender y para conocer”. Y coinciden los chicos que recorren La Rural: tocan, miran, preguntan y eso los convierte en protagonistas de un futuro con libros.
Como durante los últimos años, el epicentro para los chicos es el pabellón azul. Allí se ha instalado un patio de juegos, un espacio en el que hay talleres, un rincón cuenta-cuentos y una biblioteca con pufs y estantes a la altura de los lectores. En una Feria en la que nuevamente la política es uno de los temas más abordados por los textos y por las mesas de debate, en ese rinconcito son otros los intereses: “Monstruos, dinosaurios e historietas son los preferidos de los chicos, y mientras tanto los padres se acercan a la Colección Robin Hood”, explica Haydeé, encargada del espacio.
Para no perderse ninguna de estas actividades, hay que pedir especialmente el programa infantil en los puestos de información de la Feria, ilustrado con el Matías de Sendra que recorre todo el espacio dedicado a los chicos. Y no sólo se trata de libros: otras atracciones para ellos son las narraciones orales, espacios de tecnología interactiva, acercamientos a la paleontología y el teatro. Todos los días se dan entre una y cuatro obras. Hoy, por ejemplo, a las 15 se presenta Jugando Cuentos , por la Compañía de teatro El Juglar. Y a las 18.30, La bruja Chicuela aprende a leer , por Cuentos Chicuento. Hasta el sol y las estrellas tienen lugar en esta Feria: una de las actividades, “Los astros y los libros”, consiste en la observación con telescopios, que hoy se realiza a las 19, en el Patio Exterior.
Pero también hay actividades fuera de programa, con las que los chicos se cruzan “al paso” y quedan obnubilados: ayer, en el stand compartido por las editoriales Pequeño Editor, Iamiqué, Arte a Babor, Kalandraka, Libros del Zorro Rojo y Del Eclipse, varios de sus ilustradores pintaron un mural y decenas de chicos compartieron ese momento creativo con ellos.
En ese stand y en el de Edelvives la gran apuesta es no sólo a lo literario sino también a la parte gráfica del libro, y el resultado son ejemplares muy atractivos, como el reciente lanzamiento de Pequeño Editor, los dos primeros tomos de Cuentos del globo . Raquel Franco, coodinadora general de esta editorial, explica la apuesta: “El juego entre el lenguaje textual y el visual es poderoso porque se llega a los chicos que no son tan lectores pero que tal vez entran por la foto o por el dibujo”.
Además de esos grandes libros, en todos los pabellones hay stands de ofertas: en el de Ediciones Infantiles, se consiguen textos desde los 3 pesos, y en el de Serendipidad se pueden comprar tres clásicos infantiles – Blancanieves , Cenicienta , Los tres chanchitos , entre otros– por 20 pesos: lugares ideales para que el souvenir de la Feria no sea sólo una foto.
Aunque la Fundación El Libro organiza la Feria Infantil y Juvenil –que este año será entre el 9 y el 28 de julio– las editoriales no esperan para presentar algunas de sus novedades: en el stand de Norma, en el pabellón verde, hay un espacio dedicado al lanzamiento de El anillo de esmeraldas , el primer tomo –a 54 pesos– de la colección en clave misteriosa Los casos de Anita Demare. Su autora, la célebre escritora Norma Huidobro, firmará ejemplares el sábado 28. En el pabellón amarillo, Ediciones SM ofrece Una casa de secretos , el texto de Paula Bombara que ganó el último premio El Barco de Vapor. Colecciones históricas como los Libros del Malabarista o los del Pajarito Remendado siguen ocupando las mesas del stand de Colihue, y oscilan entre los 13 y los 22 pesos.
Analía Jaurena y Marco Bendezu llevaron a Mateo, su hijo de 3 años, a la Feria con un objetivo único: “Le gusta mucho leer y queremos que lo siga haciendo, y traerlo es un estímulo muy importante para eso”, explicaron. Coinciden con Adamo, que asegura que “lo importante es mostrarles a los chicos que el libro es para divertirse, para aprender y para conocer”. Y coinciden los chicos que recorren La Rural: tocan, miran, preguntan y eso los convierte en protagonistas de un futuro con libros.
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