Un alto porcentaje de abuelos campesinos nacen dotados de una inteligencia natural, ya que
muchos solo han hecho estudios de
primaria y otros ni siquiera tuvieron la oportunidad de palpar las celebres
cartillas donde aprendimos el abecedario, pero eso si, vivieron y viven llenos de un caudal de conocimientos
adquiridos en el devenir del medio que
los rodea. Con su don natural se hacían
respetar, amenizaban las reuniones, daban los más sinceros consejos,
intervenían en los problemas familiares de los vecinos para lograr paz en esos hogares.
Mi abuelo materno Leandro Caez
según la partida de bautismo, ya que desde su nacimiento lo llamaban EL NIÑO
CAEZ, era una estampa viva del campesino servicial y amigo, con una extraordinaria chispa de
ingenio y humor que compartía con sus coterráneos y lo alababan mucho fuera de
su natural entorno.
Cascajal su tierra natal, es el
más bello municipio de Magangue, la naturaleza lo dotó de los más exóticos
paisajes, rodeado de cuerpos de agua y con una flora poli cromática que parece como si los pintores del
Renacimiento se hubieran adelantado a su época, para inspirarse en ella y
pintar sus inmortales cuadros.
Visitaba a mi abuelo con frecuencia bien en su residencia o en la
finca. Un día entré a la finca y noté
que entre sus animales se destacaba un caballo blanco muy bonito y le pregunté
como lo había adquirido y cual era su
valor. Me contestó: “Ese bello animal lo cambié por dos vacas paridas y tiene
su buena historia que te la voy a contar”.
Aquí en este lindo pueblo había un señor
llamado Rafael, un
pensador curtido en los andares de la vida, con mucha experiencia y de
fácil expresión, dedicaba mucho de su
tiempo en pasear por las orillas de las ciénagas. Una tarde llegó a las “Piedrecitas”
un lugar donde el agua era muy cristalina y en el fondo se veían muchas
piedrecitas - motivo de su nombre - allí estaba un señor sentado humedeciendo
sus pies, con una mirada en lontananza
que reflejaba una alta preocupación; en la mano tenia la rienda con la que mantenía
asegurado un hermoso caballo blanco como la nieve, de orejas medianas, ligeramente bragado, con una ondulada crin que resaltaba la belleza del
animal.
Rafael lo saludó y se sentó a su lado, dialogaron por largo rato, el
hombre del caballo le dijo que se llamaba Manuel, que era casado, que pasaba mucho
tiempo fuera de su hogar por dificultades
con su esposa, que era de agrio carácter hasta el punto que en el pueblo le decían”LA PANTICO ” porque la consideraban como una mezcla de PAN-tera, Ti-gre
y CO-codrilo.
A Rafael le causó mucha risa el
apodo de la esposa de Manuel, este se dio cuenta que Rafael no dejaba de mirar
y alabar al precioso animal, por eso le preguntó: ¿Le gusta?
Rafael le respondió:
¡Me fascina!
Bueno, - replicó Manuel – si usted me adivina cual es mi destino y que
voy hacer, se lo regalo…
Rafael se alegró mucho al oír aquella inesperada respuesta y pensó que se
le facilitaba adivinar el destino de Manuel por todo lo que este le había
contado, le fijó su mirada en el rostro y le dijo:usted va para donde sus suegros
con el fin de dejarles a Elisa su esposa por un tiempo indeterminado y así tener la libertad de hacer lo que tanto le agrada:
reunirse con sus amigos y amigas, tomarse sus tragos, jugar dominó y regresar a
su casa sin ninguna preocupación!.
Manuel quedó pensativo por un
buen rato y de pronto exclamó:
¡El caballo es suyo, se lo
regalo!
Rafael con expresiva sorpresa y una infinita alegría, le dijo:
¿Adiviné, verdad?
Manuel le contestó: No…no adivinaste,
pero me diste UNA BUENA IDEA….
.
He leido el cuento y además de que esta magistralmente escrito me ha fascinado por su final insólito y gracioso.
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