martes, 26 de junio de 2012

Muestra del fotógrafo que vio en Sabato “la elegancia del derrotado”

Por Susana Reinoso ESPECIAL PARA CLARÍN

El humor de Sabato. Su felicidad al pintar. El fotógrafo cuenta cómo veía al autor.
 
Expresión inconfundible. Sabato en el Boulevard Raspail, París, 1996.
 
26/06/12
 
Los trabajadores del Centro Cultural General San Martín (CCGSM) están
conmovidos. Mientras ayudan a Daniel Mordzinski en el montaje de la muestra
 Al otro lado del Túnel , dedicada al creador de Sobre héroes y tumbas,
uno de ellos dice: “Ernesto Sabato vuelve a casa”. Y recuerda la figura delgada del escritor, que anteayer hubiera cumplido 101 años, llegando a su oficina en la Conadep (Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas), que en 1984 estaba situada en el CCGSM, para sumergirse en el horror de las historias de los sobrevivientes de la última dictadura militar.
Este regreso tiene mucho de afecto por parte de Mordzinski, un fotógrafo argentino que vive en París y que ha inmortalizado situaciones, gestos, miradas y actitudes de escritores de todo el mundo. A Sabato lo conoció en 1992. La muestra está compuesta por 33 imágenes del escritor, tomadas a lo largo de 15 años.
Cuenta Mordzinski: “Había venido a visitar a mi familia a Buenos Aires, lo llamé y le pedí una cita: no podía soportar la idea de estar vivo al mismo tiempo que él y no verlo ni retratarlo. Aceptó sin hacer preguntas. Fui hasta Santos Lugares y de aquella primera vez es la imagen que se usó para la gigantografía en el edificio Del Plata, con la que Buenos Aires lo homenajeó el año pasado”. Desde entonces vio muchas veces al autor de El túnel.
¿Qué era lo que más te sorprendía de Sabato? Su inocencia, en el sentido de pureza, de poca afectación, su manera de sentirse igual a sus iguales. Y también la manera en que describía el horror, el dolor ajeno y el propio. Fue un hombre elegante, no solo en el sentido físico, sino en el aspecto ético. Sabato era la elegancia del derrotado , la dignidad por encima de todas las incongruencias y las adversidades, de la crueldad y la estupidez.
Mordzinski atesora anécdotas junto al escritor fallecido el 30 de abril del año pasado. Una entre muchas lo pinta en cuerpo y alma: “En París lo acompañé a la inauguración de una exposición, creo que la primera en Europa. Pero antes pasamos a comprar barniz. Llegamos a la galería y se puso a barnizar sus cuadros. Los invitados llegaban y él seguía con su pincel dando los últimos retoques. De golpe se detuvo, me miró y me dijo: “ Por primera vez en la vida soy feliz haciendo lo que hago. Pintando, soy feliz ”.
Sabato arrastraba un sentimiento de melancolía. ¿Lo viste reír? Conmigo bromeaba mucho, me contaba chistes. Yo me partía de risa con su humor contenido, su ironía ácida e inteligente, con su poder crítico y feroz. También tenía ese sentimiento de culpa... En el texto que escribió para mi primer libro confiesa que en París intentó suicidarse tres veces. Y que mientras trabajaba en el Instituto Curie cometió la infamia de dejar que su esposa Matilde volviera a la Argentina, mientras él se quedaba con una amante en París. Pero lo más difícil para él era contar su experiencia en la Conadep.
Mario Sabato, hijo del escritor, irá hoy a la inauguración: “Mordzinski tiene el talento de encontrar el momento mágico, el segundo irrepetible. Sus imágenes no están quietas, es una ilusión óptica suponer que están congeladas en el tiempo”.
Por correo electrónico, Elvira González Fraga, última compañera de Sabato, dijo que asistirá a la exposición apenas regrese al país. Contó a Clarín que “los homenajes a Ernesto han seguido. El último fue en la Feria del Libro de Bogotá. Fue muy emocionante la multitud de jóvenes. Eran tantos como cuando Ernesto iba a la Feria del Libro de Buenos Aires”.

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