El joven Bradbury. El autor, en 1966, cuando imaginaba el futuro.
08/06/12
Cuando visitó por última vez la Argentina, en 2005, Ray Bradbury lamentó que la NASA hubiera interrumpido la exploración espacial. Sabía ya que jamás vería realizado su sueño de que el hombre conozca y colonice Marte. Se murió sin que ningún hombre haya descendido sobre el planeta rojo.Bradbury sin embargo, pudo ver cómo algunas de las cosas que imaginó para sus ficciones se convirtieron en realidad.
Audífonos con micrófono
Si era difícil imaginar la existencia de la telefonía celular en 1953, más difícil era imaginar su desarrollo. En Fahrenheit 451 , los personajes llevan audífonos con micrófono incorporado, un dispositivo que se ha extendido en los últimos años. La transmisión de datos, además, era parecida a la del Bluetooth.
¿ El muro de Facebook?
En la misma novela existe un muro digital a través del cual los personajes podían comunicarse con sus contactos.
Televisores de pantalla plana
En su novela más famosa, Fahrenheit 451 , el escritor norteamericano describe pantallas idénticas a las que hoy se ofrecen en decenas de cuotas.
El aislamiento de la tecnología
Bradbury no usaba redes sociales, ni se pasó la mitad de su vida frente a una pantalla, pero en El peatón describió a la perfección la soledad y la ansiedad que provocan someterse durante horas a la pantalla de una computadora o de un televisor. El rebelde protagonista, Leonard Mead, enfrenta a las autoridades por no tener un televisor en casa.
Autos fantásticos
En El peatón , también, Bradbury imagina automóviles que se conducen solos y hasta piensan solos. Una ficción similar ocurrió en los 80 con “El auto fantástico”. El mes pasado, el gigante Google consiguió la aprobación para que sus autos de conducción automática se desplacen en Nevada, Estados Unidos.
¿Cajeros automáticos?
Los cajeros de las ficciones de Bradbury no servían para extraer dinero, pero sí información financiera sobre los usuarios.
Inteligencia artificial
En Crónicas marcianas y en Fantasmas de lo nuevo , Bradbury imagina robots que suplantan la fuerza de trabajo humano. En ambos, indaga sobre la posibilidad de que las máquinas aprendan a sentir.
Circuitos cerrados de TV
Una de las obsesiones que se repiten en la mayoría de sus libros es el de la vigilancia. En sus libros las cámaras aparecieron antes que los verdaderos circuitos cerrados de televisión.
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