Desde que aprendí a leer, me convertí en una especie de adicto a la literatura y, muy especialmente, de adicto a la literatura narrativa.
Me encantan que me cuenten historias y que esas historias sean-en el mejor sentido de la palabra- interesantes. Por eso mismo, nunca me pareció meritorio leer libros desagradables, torpes o aburridos, ni tampoco hacerlo impulsado por algún imperativo categórico.
En esta actitud de buscar placer, yo, sencillamente me dedicaba a leer. Leía lo que me gustaba y abandonaba lo que me aburría.
Del libro SIETE CONVERSACIONES CON JORGE LUIS BORGES.
de FERNANDO SORRENTINO
EL ATENEO
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