domingo, 22 de abril de 2012

“Un abrazo de muchos brazos a los pobladores de Famatina, Andalgalá y Belén”

Por Julieta Roffo ESPECIAL PARA CLARIN

El autor convocó a unas 2.500 personas. Y expresó su apoyo a la lucha contra la megaminería.
22/04/12
Puede parecer una paradoja, pero el silencio concentrado sólo interrumpido por la voz del escritor uruguayo Eduardo Galeano convirtió a la sala más grande de la Feria en un encuentro íntimo, casi mano a mano, entre el autor de Las venas abiertas de América latina y cada uno de sus lectores. Hubo allí dentro mil, y cuatrocientos en la sala Jorge Luis Borges, en la que se retransmitió en vivo la presentación de su último libro, Los hijos de los días . Y, por si fuera poco, hubo mil más afuera del salón, a pesar de que la temperatura ya no acompañaba tanto como a los 2 de la tarde, cuando empezó a formarse la fila para obtener un número que asegurara el ingreso a su ponencia.
Se sabía: Eduardo Galeano era uno de los platos fuertes de esta edición de la Feria, y el público –mayoritariamente joven– lo reconfirmó cuando lo recibió con aplausos y de pie, igual que al despedirlo, después de que leyera varias decenas de las efemérides que componen su libro, que Siglo XXI acaba de editar con una primera tirada de 26 mil ejemplares. “Y los días se echaron a caminar, y ellos nos hicieron a nosotros que así fuimos nacidos, los hijos de los días, los averiguadores, los buscadores de la vida (…) nada tiene de raro que cada día brote una historia, porque los científicos dicen que estamos hechos de átomos pero un pajarito me contó que estamos hechos de historias”, introdujo el escritor, que narró las suyas casi sin espiar sus apuntes.
Hubo de todo en esos relatos, breves como los que componen El libro de los abrazos : el hambre, el racismo, la desigualdad entre hombres y mujeres –y la valentía de ellas, con Juana Azurduy y Rosa de Luxemburgo como dos estandartes–, el descuido de la Naturaleza, la religión, la pobreza, la inequidad global y el lugar relegado que Latinoamérica heredó desde que, en palabras del autor, “los nativos descubrieron que eran indios el 12 de octubre de 1492”. Ni siquiera faltaron algunos pasajes románticos, que hasta despertaron suspiros entre el público.
Algunas de sus efemérides, probablemente elegidas para la ocasión, tocaron directamente las fibras íntimas del público argentino: la primera de ellas fue cuando narró el 8 de octubre. “En 1967 se acorraló al Che Guevara en Bolivia, en 1919 Emiliano Zapata fue acribillado en México y en 1934 mataron a Augusto Sandino en Nicaragua. Los tres compartieron el mapa y el tiempo, y fueron castigados por negarse a repetir la historia”, contó. Y detrás su silencio, cada una de las veces, vinieron los aplausos –se colaron algunos agradecimientos vociferados y el millar de personas que escuchaba desde afuera hizo sentir su voz también incluso dentro del salón–.
Por fuera de Los hijos de los días , Galeano ironizó sobre un supuesto trabajo zoológico: “Hay unos bichitos que se llaman sanguijuelas, y son uno de los principales productos de exportación de los países europeos. Quiero aprovechar esta lectura para mandar un abrazo de muchos brazos a los pobladores de Famatina, Andalgalá y Belén, gente de pie que no se deja engañar con los cuentos de los que te venden buena salud mientras te acompañan al cementerio ”, sostuvo, en referencia a las localidades que resisten la instalación de empresas megamineras para preservar su entorno natural y así, sus vidas.
Galeano no se perdió de leer la efeméride de la jornada: “El indignado” se titula la que narra cómo un chico español de 2 años, en medio de la procesión por Semana Santa, le gritó a un Jesús crucificado “Defiéndete” e impactó a todo su pueblo.

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