jueves, 19 de abril de 2012

“Soy un convencido de que un libro le puede cambiar la vida a una persona”

Por Guido Carelli Lynch
Clarin

19/04/12

No provocará la misma polémica que el Nobel Mario Vargas Llosa en 2011, pero Luis Gusmán, que esta tarde inaugurará oficialmente la 38 Feria Internacional del Libro de Buenos Aires, también dice lo suyo. “Hay que diferenciar entre la polémica y el escándalo. En ese momento dije que el nombre de Vargas Llosa implicaba de por sí una posición política pero también literaria”, asegura.
Para Gusmán, la distinción entre política y literatura no siempre cabe. “Hablar de literatura es político, desde una política de la lengua y desde cierta manera de pensar la literatura, la lectura, y el lector”, asegura. Ejemplo de ese pensamiento indivisible son buena parte de sus libros. Desde el experimental –y ya clásico– El frasquito , pasando por Villa, su flamante L a casa del Dios oculto, o El peletero , una novela que reflexionaba sobre la extinción de ciertos oficios en los últimas años.
Pero los lectores no corren tanto peligro. Esta tarde y con más optimismo, Gusmán imaginará “un futuro de libros”, el concepto que también es lema de esta Feria. “Es una expresión de deseo, un anhelo digno de compartir. Soy un convencido de que un libro le puede cambiar la vida a una persona. En ese sentido confío siempre en un libro futuro”, adelanta. Esa–asegura–es su experiencia de vida como lector: una biografía de libros. “Podría remitir cada etapa de mi vida a un libro distinto o a un escitor diferente. En un momento Malcolm Lowry, Samuel Beckett, James Joyce. En otro, Witold Gombrowicz, o William Faulkner, Onetti, Graham Greene. Borges y Kafka, siempre. Y algunos poetas: T.S. Elliot, César Vallejo, José Lezama Lima, evoca Gusmán, que no recibió ninguna sugerencia a la hora de articular su discurso.
Su nombre se sumará al de otra lista de reconocidos colegas argentinos como los de Angélica Gorodischer, Ricardo Piglia, Tomás Eloy Martínez, que en los últimos años tuvieron el honor de inaugurar la Feria con más público de América latina (el año pasado la visitaron 1.250.000 personas). “Es una sorpresa y una alegría. Creo que es un reconocimiento honorífico, nunca confundí el honor con el prestigio. Creo que como escritor siempre traté de instalar una diferencia dentro del campo literario. Esa diferencia trasciende a mis libros y se plasmó, según las épocas, en revistas: Literal, Sitio, Conjetural”, detalla. Por eso, para Gusmán, los escritores deben formar parte de una revista, porque “esa práctica de la discusión permite sustraerse del confort intelectual y de la alienación que arrastra su propia obra”.
El frasquito es por lejos su libro más vendido, nunca será un best–séller y tampoco le interesa. Se somete, más bien, a los flashes y a la masividad que también supone esta Feria porteña. “Como diría Bartleby –el famoso personaje inerte de Melville–: preferiría no hacerlo. Siempre me enfrenté con un corajepánico al auditorio. Con los años, la fobia y el hermetismo fueron superados por cierta destreza retórica, algunos amigos dicen que actoral. Una vez que me comprometo puedo hablar con mucha gente o con nadie . Pero como no tengo una experiencia profesoral ni la dimensión paródica gombrociana, corrigiendo a Bartleby: prefiero escribir”.

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