—¿Por qué creés que se lee menos literatura?
—La industria visual nos impone leer en fragmentos. Eso en primer lugar, entonces la idea de una movilidad de lectura, la dispersión de la cultura contemporánea, eso atenta contra la producción de conceptos. Pero también hay novelas que te agarran y no las podés largar, tipo Murakami o Stieg Larsson, que me encanta; ese tipo encontró algo de lo que podría ser la literatura. Literatura masiva porque, claro, después tenés la literatura más chiquita, mas de nicho, estilo Malba.
—¿Cómo ves la transformación del mercado editorial, producto de los nuevos soportes de lectura y el aumento en los costos de producción?
—Las editoriales deberán adaptarse, surgirán también otro tipo de editoriales.
—Vamos a vivir una revolución lectora.
—Ya estamos leyendo en pantalla, y se va a masificar por un asunto económico. El papel es muy caro, es un recurso natural finito. Lo que prevalece es la dispersión, esa cosa de picoteo: leés un libro, pasás al e-mail, pasás a Facebook, pasás al diario… medios que se van acumulando y ninguno anula al anterior. Entonces asistimos a una sumatoria de medios.
—¿Cuál será el rol de los escritores en este nuevo escenario?
—Se van a ganar la vida como personajes públicos, yendo a la televisión, nutriendo los festivales de literatura, las ferias internacionales. El escritor como personaje, la imagen del escritor va a ser crucial para vender el libro. Va a venir primero el escritor y luego el libro
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