Por Alejandro Bellotti a JOSEFINA LUDMER
—Faltan apenas unas semanas para una nueva edición de la Feria del Libro de Buenos Aires. ¿Qué te sugiere?
—Nada, cero, escolares desfilando, gente que nunca leyó un libro y que va porque tiene que ir. Recuerdo cuando el año pasado vino Mario Vargas Llosa; la gente que fue a la Feria ese día no había leído un libro de él en su vida, y lo fueron a ver porque era todo un personaje, porque había tenido una polémica con Horacio González, el director de la Biblioteca Nacional, porque había despotricado contra con el Gobierno.
—No creés que sea un instrumento de promoción cultural.
—No. Es una feria de editoriales, es un acontecimiento capitalista de la producción del libro. No me vengan con eso de que se trata de un acontecimiento cultural. Además, se cobra entrada, lo cual es espantoso, un desperdicio de dinero, de energía y de vivir eso como una fiesta cultural que no lo es. Por empezar, podríamos mirar a la industria colombiana del libro, que está más modernizada, y por ende producen desde hace veinte años la mejor literatura de Latinoamérica. Tienen una ley del libro, mucha protección de la industria nacional del libro, mucha distribución del libro, cosa que acá no existe. Porque cuando querés apostar por buena literatura se sabe que de cien salen dos, o sea un dos por ciento. Entonces tenés que sacar mucho, tenés que publicar mucho
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