miércoles, 1 de agosto de 2012

Fw: CENTENARIO DE DON ALEDO LUIS MELONI, PATRIARCA DE LA POESÍA CHAQUEÑA

Queridos Amigos y Compañeros:
                                                     Hoy, 1 de Agosto, don Aledo Luis Meloni, celebra su centenario con la vida y la poesía en testimonio de alianza,  ofrenda y destino, consumados en la Palabra y su servicio de luminosa sabiduría en  un hombre de dos siglos.

Desde Bolívar, provincia de Buenos Aires, a San Antonio, en el Chaco, consumó la parábola centenial de una criatura donada y dotada para la poesía, la docencia y el altruismo. 
La memoria es la madre del recuerdo. Comparto tres homenajes al Tata Aledo.
Un abrazo fraterno en el "Chaco, tierra ceñida a mi costado, según Don Aledo, maestro de escuela, Miembro de la Academia Argentina de Letras y paisano del Universo. 

                                                                                   Bosquín Ortega

EL CANTO VIVO DE MELONI

por Bosquín Ortega

 

Sapiencia que se siente, goza y piensa en música, es la poética de Aledo Luis Meloni, patriarca de la cultura chaqueña y argentina. Hombre de dos siglos, memoria centenaria, testigo histórico y testimonio incesante al servicio de su causa de canto. Su vida y obra es un cántico de alabanza y gratitud al Creador y su creación, y en su condición de criatura de poesía encarna y alcanza alturas líricas que amalgaman en la arcilla de la palabra sonoridades místicas y resonancias épicas de la epopeya de parición y aparición, sucesiva y sustantiva, de la identidad de los chaqueños.   

Su saga en coplas, homenaje y monumento a la tradición española transmutada en presencia suramericana, es un río heracliteano donde el flujo del hombre y el fluir de su gesta son la corriente simultánea que busca y sigue el cauce originario de la existencia, entendida como el movimiento hacia la trascendencia.

Melopea de coplero, paciencia de ebanista y sutileza de orfebre, signan y urden su cosmos de Intranauta (el término es de Marechal, para designar al Poeta que lee adentro de su ser),

en una travesía de significantes que hizo de su poetizar un orbe propio, suyo y cierto. El tono y el modo de pulsar sílabas, frotar vocablos y percutir sintaxis le otorgan un aura de brillo en sí que distingue a la Cadencia Meloni, en términos musicales. 

Aledo, en la intimidad de su morada, interpreta la quena, hermana inca de la flauta griega, inspirado en el aliento melódico que impregna su legado prolífico como una totalidad armónica. Ese don de cantar, en instrumento y en escritura, es savia sonora y fruto cifrado que yergue el árbol de su poesía.

Hombre donado y dotado para la palabra cantada y rimada, participa de un mandato de canto en el sentido de ofrenda ascendida del alma a través de la música, cumbre del lenguaje sugerente y envolvente del espíritu humano. Discípulo confeso de Antonio Machado, honra el carácter conceptual y musical de su magisterio. “Ante todo, la música”, pidió Paul Verlaine, y siguiendo el camino, con otra estética, Ezra Pound postuló que la poesía, para no atrofiarse, debía estar lo más cerca posible de la música.  

Por eso, Meloni canta, espontáneo, con la naturalidad luminosa y transparente de un manantial, de una límpida fuente sonante, de una vertiente fecunda y vibrante, y se lo escucha en la “oreja del corazón”, como sentencia Horacio Ferrer. Y en orden a su respiración musical es la condecoración instrumental conferida por diversos y distintos estilos de intérpretes: Argentino Luna, pionero, en Tierra ceñida a mi costado, grabada en la década del setenta; los Hermanos Ramos, dueto resistenciano, que asumieron sus versos a la manera de un emblema; Humberto Falcón, desde una búsqueda de juglaría nordestina; Rubén Tolosa, con su  aporte de resignificación orquestal; Mariana Carrizo, caja en mano, con la herencia vallista de los coplistas precolombinos; Motta Luna, en la miel de chacarera madre de Santiago del Estero y Julio “Coqui” Ortíz, que engalanó con espaciales  vestiduras de solista virtuoso.

Ya los místicos confirmaron que “quien canta, reza dos veces” y el padre Julián Zini, que,   transita la misma senda del paisano de Bolívar, chaqueñero por adopción y tributo  del destino. 

Destilado por el tiempo, Meloni, musical y musicalizable, es pariente del aire y compadre del viento, como lo son Yupanqui y Tejada Gómez: un inmenso poeta popular, lo que equivale a afirmar un poeta universal, definitivo.  

Enviado por Dora Giannoni, escritora y gran colaboradora con Un rincón de libros. Gracias !!     

  

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