jueves, 9 de agosto de 2012

" FLORENCIA MARAVILLA"

De dia una sola estrella brilla. El simple pensamiento a lo siete años termina siendo motor de todas las preguntas que Florencia tenía. Consultó a sus padres si ellos también veían que las estrellas de dia no estaban y de noche salían encendidas. Que sólo quedaba el sol arriba. A Florencia la miraban con la ternura de quien pregunta lo que nadie le responde, sólo se rien y la creen inteligente por razonar de manera tan profunda. Cuando la maestra escuchó también la pregunta, se rascó la cabeza y le dijo lo primero que tuvo la niña como dato concreto: “tenés razón, pasa todos los días y es lindo verlo. Prometo averiguarte, pero de dia no se esconden”. Durante cuatro noches y a eso de las 9, apoyaba sus dos brazos contra el marco, afirmaba la pera en una de sus manos y miraba rato lago hacia arriba. A la luna la conocía y las estrellas le resultaban un verdadero enigma, le parecían señales o creía que en cada una había alguien haciendo lo mismo que...
ella. Mirar. Quiso contarlas de izquierda a derecha empezando desde la luna pero se cansó en el número 23. Torció su boca con rictus de duda y se acostó boca arriba enojada de no saber la verdad pura. A los 15 dias ya era rutina que a la noche junto a la ventana arrimara la silla, se subiera a ella y mirara lo que había. De pronto esa noche comenzó a nublarse, y las estrellas dejaron de verse. En un círculo rodeada de nubes quedó sólo la luna. Florencia escuchó de a poco el ruido de la lluvia golpeando las hojas del árbol, y sacó un poco el brazo. Gotas pequeñas la fueron mojando y abrió los ojos cuando por fin tuvo la respuesta: las estrellas lloraban porque ya no podían verla. Al otro día le contó a la maestra, que la miró ante tanta inocencia y le dio un beso como toda respuesta. Estaba la niña feliz de entender qué pasaba allá arriba. Florencia brilla.
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