José María Merino y Juan Jacinto Muñoz Rengel, autores de «La realidad quebradiza», ofrecen a los lectores de ABC una guía indispensable para jugársela en la distancia corta literaria: el relato
En la distancia corta de un café literario, un clásico, José María Merino, y admirador del clásico y excepcional cuentista, Juan Jacinto Muñoz Rengel escriben el mejor relato posible. Muñoz Rengel selecciona los mejores cuentos de Merino en «La realidad quebradiza» (Páginas de Espuma), una obra imprescindible para vivir y beber del cuento. Y los dos se convierten en los mejores seleccionadores nacionales para escribir un cuento de campeonato.
n la distancia corta de un café literario, un sicoMaría Merino, y admor del clásico y excepcional cuentista, Juan Jacinto Muñoz Rengel escriben el mejor relato posible. Muñoz Rengel selecciona los mejores cuentos de Merino en «La realidad quebradiza» (Páginas de Espuma), una obra imprescindible para vivir y beber del cuento. Y los dos se convierten en los mejores seleccionadores nacionales para escribir un cuento de campeonato.
José María Merino es un nombre imprescindible entre los autores de cuento españoles por la calidad de su obra, de las letras contemporáneas. A lo largo de más de tres décadas, y con una decena de libros de cuentos y microrrelatos, Merino ha ido construyendo un universo propio donde los elementos fantásticos, la sorprendente imaginación, el misterio, la memoria y lo inesperado se unen para lograr una literatura única y excepcional. Esta antología, «La realidad quebradiza», al cuidado exquisito, como siempre, de Juan Casamayor, editor de Páginas de Espuma, -donde además se incluye una extensa entrevista inédita, preparada por Juan Jacinto Muñoz Rengel-, selecciona lo mejor de cada uno de los libros de Merino para ofrecer al lector una magnífica oportunidad de adentrarse en su obra.
«Estos relatos pueden alterar su concepción del mundo. Luego no diga que no se lo advertimos»
«La lectura de este libro en sí misma puede resultar temeraria. Quizás usted también debería firmar algunos formularios, como en su día hizo nuestro paciente, en los que declare que ha sido informado. Estos relatos pueden alterar su concepción del mundo, y dejar todo tipo de secuelas. Graves secuelas. Síntomas feos y fatales. En serio. Nosotros declinamos toda responsabilidad desde este momento. Luego no diga que no se lo advertimos», advierte el joven aprendiz de cirujano Juan Jacinto Muñoz Rengel.
Muñoz Rengel tumba en el diván a Merino. Y de ese tsnami de ideas emerge una delicatessen literaria: «Por lo fantástico, para mi generacion, Merino es el referente del cuento de nuestro país. Es de los pocos que ha trabajado el fantástico como ninguno. Es un alienígena. Cunqueiro, Perucho, Dieste lo han trabajado desde los márgenes, pero cuando Jose María lo ha trabajado el fantástico tampoco había nadie haciéndolo. Se tuvo que encontrar con esa barrera. Aquí si no haces realismo no eres un autor serio», abunda el escritor malagueño.
Este es el pronóstico, en diez puntos, para escribir el mejor relato posible de dos creadores de lo fantástico.
1. Comprometerse.
Merino: Estoy encantado con el resultado de «La realidad quebradiza». Juan Jacinto ha lanzado una mirada con gusto fantástico porque él conoce todo ese mundo, inframundo de lo extraño, de lo distorsionado, de lo misterioso, y yo creo que eso ha permitido que su mirada, sintetizando mi obra en una serie de presencias de cuentos, sea muy representativa de lo que es. Yo era un lector furtivo de lo fantástico porque estaba mal visto. ¿Qué es eso? Hay que comprometerse con la realidad, como si lo fantástico no fuera una forma de compromiso, como si Kafka no hubiese hablado de nosotros desde su perspectiva fantástica. Pero había ese prejuicio. Prejuicio acuñado desde hace mucho. Menéndez Pidal decía que la literatura española es fantástica. ¡Hombre, don Ramón, están los libros de caballerías, y muchas cosas que no pertenecen a lo fantastico.
Merino: «Tenemos una tradición modesta de lo fantástico»
2. Dejarse de rarezas y jugar a lo fantástico.
Merino: A mí me atraía ese mundo, y jugué a lo fantástico. Además, también estaba la Antología del cuento fantástico de Bioy Casares, Borges y Ocampo. ¡Hombre, a unos escritores respetables les gustaba lo fantástico como a mi! O sea, que no soy un tipo raro. Hay un cuento fantástico, Don Illán y el Deán de Santiago, de Patronio y el Conde Lucanor, que influyó mucho en Borges. Nosotros tenemos una tradición modesta, pequeña, pero de lo fantástico. Aunque el gran espectáculo ha sido el realismo. Incluso el Quijote, si lo pensamos bien, era lectura desde lo fantástico.
3. La presencia de lo onírico
Merino: La Cueva de Montesinos no tiene nada que ver con el realismo. Ahí el discurso realista del Quijote se rompe totalmente. A Borges no le gustaba mucho el Quijote, pues no se enteró de que en el Quijote está el tema del doble. Cervantes, para ajustarle las cuentas al tordesillesco autor, hace que él cree en el Quijote el otro Quijote, y hay un doble por allí circulando. Y el Quijote dice: no, yo soy el verdadero, yo soy el auténtico, no ese otro que anda por ahí. Y Borges, a pesar de que era uno de sus temas, no lo pilló. Hay un juego de desdoble.
Muñoz Rengel: «Hasta la Transición no empezó la normalización de lo fantástico»
4. La normalización tardo-fantástica.
Muñoz Rengel: La Guerra Civil nos dejó tocados. Toda la literatura de posguerra está muy pegada a la realidad y te obligó como a poner los pies en el suelo. Hasta la Transición no empezó la normalizacion de lo fantastico.
Merino: En las universidades estudiaban a Borges y Kafka, pero lo fantástico era algo tabú.
5. Interrogar la realidad
Muñoz Rengel: A mí me parece que hay una especie de complejo, igual que con el humor. Hay un complejo, y parece que es una mirada ingenua. O sea, lo fantástico se identificaca con: «Esto es para niños, para jovenes, para ingenuos, para soñadores; el adulto es el que ha perdido la capacidad de imaginar y de soñar». El género fantastico existe para interrogar la realidad, y ver hasta dónde nuestro paradigma de realidad llega o hace aguas. En el genero fantástico se meten todos los dragones, etc...»
6. La voluptuosidad al poder.
Muñoz Rengel: En el género fantástico de José María Merino está presente el tema del doble, la memoria, el lenguaje, la identidad, pero desde el punto de vista más radical, más filosófico, la pérdida del lenguaje o de las palabras. Y al final está esa añadidura de microrrelatos, que ha sido un genero que él ha trabajado en las dos últimas décadas mucho, con profusión, en un país donde es un género nuevo, relativamente. Los cuentos de José María envejecen muy bien, o no envejecen, según se mire, porque tienen voluptuosidad.
«Los cuentos de Merino envejecen, o no, porque tienen voluptuosidad»
7. Estrujarse la imaginación.
Muñoz Rengel: Merino es uno de esos autores de la imaginación. Hay que trabajar, como él, con mundos imaginarios muy potentes.
Merino: El microrrelato es, por ejemplo, un género estupendo para decir mucho con muy poco. La curiosidad y las ganas de vivir. y de sentir y ver las cosas. Nunca hay que meterse en la Torre de Marfil. El tebeo me sigue interesando muchísimo, y la novela-cómic me parece un hallazgo.
8. Perseguir la liebre del microrelato.
Merino: Es un género de síntesis profunda, que tiene que ver con la poesía, con el aforismo, pero que tiene que ser un relato, tiene que contar algo. Es un género estupendo para decir mucho con muy poco, para dar dimensiones, que a lo mejor si empleases muchas más páginas no eras capaz de conseguir esa intensidad y esa profundidad.
Muñoz Rengel: José María ha trabajado mucho el microrrelato en un país donde es un género nuevo. Está creciendo, y Merino lo está ayudando a crecer.
9. Dormir poco.
Muñoz Rengel: Voy a revelarles que José María Merino duerme muy poco. Que lo explique él.
Merino: No lo sé. De joven dormía mucho, pero hace años que tengo un mal dormir inveterado y aunque tomo el ansiolítico me permite dormir seguidas tres horas y media. Entre cinco y media y siete menos cinco de la mañana ya estoy despierto. El problema es que te perturbe la mente, por ahora, no. El amanecer me cunde. Soluciono los problemas al amanecer.
10. Formarse como lector de relato.
Merino: Llevamos ochocientos siglos familiarizados con el cuento escrito. Cervantes fija el canon. El cuento está en nuestra cultura de una manera natural desde hace muchísimos siglos, y no nos damos cuenta de ello. Si los escritores seguimos escribiendo cuentos es porque pertenecemos a una tradición centenaria. La pena es que tenemos pocos lectores; no están bien formados los lectores en España. Hay que formar al lector español, hay que formarle el gusto, tiene que saber lo que es el cuento. Llevamos ochocientos años publicando cuentos.
Muñoz Rengel: Hay un número grande de autores escribiendo cuento, por lo tanto la media de calidad es muy alta. Hay mucho cuentista, y pocos lectores para los muchos cuentistas que hay.
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