“Renglones sin
tiempo”
Raúl se sentó
y abrió con delicadeza el papel que adentro de la caja venía perfectamente
doblado. Y dijo en voz alta: “Molibdeno 0,1 mg.
Fenilcetonúricos: contiene Fenilalanina. Cobre 0,4 mg. Manganeso 0,5.
Fósforo 50,0 mg. Disolver un comprimido en un vaso de agua y conservar a
temperatura inferior a los 25 grados. Proteger de la humedad. Mantenga este
medicamento fuera del alcance de los niños. Expendio bajo receta. Autorizado
por el Ministerio de Salud de la Nación”. Dejó Raúl el papel arriba de la mesa
y se tomó la cara con ambas manos. Comenzó a llorar, como un niño que ya no
era. Por primera vez hizo lo que nunca había podido: saber qué cosa realmente
estaba tomando. Miró el envase con esos aires de quien acaba de ganar una épica
batalla, y lo era. Lo dejó en un costado. Saludó a los hijos rápido porque se
le hacía tarde, caminó tres cuadras y tomó el colectivo. Ya en la nocturna, la
maestra vio a un alumno con ojos de haber leído. Invitó a Raúl a pasar y con
miedo leyó en voz alta la lección. Terminó, todos aplaudieron. Por escuchar a
quien hace meses empezó todo de nuevo, sabiendo lo que es leer. Hasta su propio
medicamento. Y le hizo efecto.
“Renglones sin
tiempo”-Cuento corto. Leer es un
ejercicio que enseñado no se deja nunca. No importa la edad de los sueños. Es
un mundo que se abre entero.
No hay comentarios:
Publicar un comentario