sábado, 24 de noviembre de 2012

El mapa y el territorio

Houellebecq, Michel



ANAGRAMA

 

El mapa y el territorio

Si Jed Martin, el protagonista de esta novela, tuviera que contarles la historia, quizá comenzase hablando de una avería del calentador, un 15 de diciembre. O de su padre, arquitecto conocido con quien pasó a solas muchas noches navideñas. Evocaría a Olga, una rusa a la que conoce al principio de su carrera en la exposición de su obra fotográfica, consistente en los mapas de carreteras Michelin. Después llegará el éxito mundial con la serie de «oficios», retratos de personalidades de todos los sectores. También referiría cómo ayudó al comisario Jasselin a dilucidar un caso criminal atroz. Al final de su vida, Jed ya sólo emitirá murmullos. El arte, el dinero, el amor, la muerte, el trabajo, son algunos de los temas de esta novela decididamente clásica y abiertamente moderna.
«El Premio Goncourt habría perdido toda credibilidad y se habría deshonrado si hubiese tenido la arrogancia de denigrar esta gran novela» (Nelly Kaprièlian, Les Inrockuptibles).
«Magistral de principio a fin» (Le Figaro).
«En contra de lo que cabría suponer de una obra de tan magnitud que parece no imponerse límite ni restricción alguna, no hay pasajes crípticos en el texto. Por decirlo de alguna manera, se lee con la fluidez y la expectación de una novela apasionada cuyo ritmo, pese a su densidad conceptual, no desfallece en ningún instante. El mérito debe atribuirse a la construcción del formidable artefacto literario, que nunca rechina, y a la alta calidad de la prosa que mantiene el pulso de la primera a la última línea… La novela ha abordado desde puntos de vista críticos las relaciones de familia, el amor, las perversidades del capitalismo salvaje, su influencia en el arte contemporáneo y hasta qué punto coarta la libertad del artista. Han intervenido ya otras personas con nombres y apellidos –así el novelista Frédéric Beigbeder, autor de 13,99 euros y Una novela francesa, o la editora Teresa Cremisi de Flammarion– pero la irrupción de Houellebecq es abrumadoramente espectacular y capital… Imposible de transmitir la ironía, el sarcasmo, el tono corrosivo, pero también el fondo sensible, la nostalgia, la tristeza, la impotencia, la sabiduría y la agudeza que exuda el texto por todos sus poros. Creo que estamos antes un libro serio, honesto, valiente, que por fuerza consagra a quien lo ha escrito cualquiera que sea la fama que arrastre» (Robert Saladrigas, La Vanguardia).
«Houellebecq, ya es hora de decirlo, es de lejos el mejor escritor francés de hoy y uno de los tres o cuatro mejores de Europa y esta novela uno de los libros más complejos, ricos, estimulantes y totalizadores de los últimos tiempos, además de un apasionante thriller» (Santiago Gamboa, El País).
«Ha logrado no sólo epatar y electrocutar al lector, sino incluso emocionar con algunos momentos de una rara belleza. Por supuesto, hay pimienta que alegra el guiso: Picasso es un estúpido; los chinos, sucios; los franceses del interior, imbéciles; menos mal que todavía hay sitios donde las prostitutas te la chupan sin condón… Pero el guiso es mucho más intenso y amargo que todo eso: la angustiosa sensación de que las personas estamos condenadas a nacer y a morir solos, que la sociedad feliz occidental es un ridículo montaje abocado al fracaso» (Antonio G. Iturbe, Qué Leer).
«El mapa y el territorio es su última gran provocación, una bomba de relojería contra el arte moderno y la cultura contemporánea… El final resulta, inevitablemente, desolador: sólo quedan la impostura y la muerte, pero asuceden páginas llenas de amor y derrotas» (Nuria Azancot, El Mundo). «En ella encontramos ironía, reflexión y personajes e ideas brillantes (y alguna más bien peregrina)… Con esta novela me estoy convirtiendo en houellebecquista» (Manuel Rodríguez Rivero, El País).
«Houellebecq es el hombre lobo de las letras francesas, un hombre que hinca los dientes, feroz, a todo lo que se mueve. Lo confirma su nuevo libro» (Rodrigo Fresán, Vanity Fair).
«Quizá la novela más provocadora de las que Houellebecq ha escritontes se más provocadora puede haber que el propio escritor decida autoinmolarse en la ficción que escribe y que además lo haga con la radicalidad con la que lo hace Houellebecq, sirviéndose de la escenografía más truculenta y escabrosa… Una novela radical y desasosegante» (Iñaki Ezquerra, El Correo Español).
«Sólo dejaría indiferente a un muerto» (Antonio Lozano, La Vanguardia Magazine).
«Sencillamente es un gran escritor y ahí está El mapa y el territorio para  Qué cosa demostrarlo y ese premio Goncourt que da respetabilidad y sosiego» (Pau Arenós, Dominical).
«La novela abunda en temas que resultan interesantes y, como suele decirse, rabiosamente actuales… Pero si nos gusta especialmente El mapa y el territorio es porque en esta obra Houellebecq logra crear un personaje memorable. Se llama Michel Houellebecq y es un famoso escritor francés enamorado de los prostíbulos de Tailandia» (Andrés Ibáñez, ABC).
«Un autor imprescindible… El mapa y el territorio es muy interesante y sale a la caza de las presas habituales de Houellebecq» (Nadal Suau, El Mundo).
«El mapa y el territorio triunfa en su voluntad de erigirse en uno de los títulos más sólidos del año tal y como acertó a auparse a lo más alto del cajón de honor del Goncourt. Fascinante en sus aciertos y jugoso incluso en sus imperfecciones» (Milo Krmpotic, Sigueleyendo).
 simpática por esperpéntica y finalmente epata por su sadismo, su conjura y su sentido del humor. Quién lo diría. El escritor francés lo ha vuelto a hacer. Justo cuando aparecía apoltronado y apático. O precisamente por eso. El mapa y el territorio tiene mucho que decir» (Lucas Martín, La Opinión de Málaga).
«Una novela extraordinaria, inteligente y poderosaEs hilarante, inteligente hasta el asombro, crítico de sí como ya quisieran serlo aquellos que alguna vez lo han criticado, humilde: sí, humilde, humano: sí, humano, devastador, desolador y aún más nietzscheano que el propio Nietzsche pues se arrima a Charles d’Orléans y no deja lugar al optimismo: “El mundo está harto de mí y yo estoy harto de él”» (Emiliano Monge, Frente, México).




 

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