jueves, 19 de enero de 2012

" DIÁLOGO DE DOS MÉDICOS RETIRADOS "

Autor Israel Diaz Rodriguez (Colombia)

Camino al gimnasio se cruzan los dos abuelos, Don Matías y Filiberto, este al ver a Matías, le dice: ¡Hombre que bien te ves, en tu rostro adivino que la estás pasando de primera, pero dime,  todo este tiempo que teníamos de no vernos donde has estado, pues me he cansado de llamarte por teléfono y en tu casa nadie lo responde.

No lo hice por el celular porque bien se que no has querido hacer uso de este medio de comunicación tan moderno como eficaz, tampoco por Internet pues según tu teoría, te resistes a manejar el computador creyendo en aquel dicho que dice: “loro viejo no aprende a hablar” además por medio de uno de tus nietos he sabido que ya poco sales de la casa, que no te levantas casi del mecedor que tienes colocado delante del televisor, en donde te la pasas todo el día viendo y oyendo noticieros, partidos de fútbol, básquetbol y béisbol, amén de las telenovelas, buenas, regulares o malas que emiten los canales criollos.

 ¿Es cierto que ya abandonaste el buen hábito de escuchar música clásica?

Escúchame Filiberto, - responde Matías - casi todo cuanto te han dicho de mí es cierto, pues desde hace dos años que dejé la cátedra en la Universidad, me he recluido en la casa porque entre otras cosas, dime:

¿Qué sale uno a buscar a la calle, si nó una mala hora?

¿A caso no lees en los periódicos locales, nacionales e internacionales lo convulsionado que está el mundo?

Robos, atracos a mano armada, por quitarte cualquier prenda o por lo que sea, te amenazan y si no entregas  lo que te piden, seguidamente te dan una puñalada o te hieren mortalmente de un tiro.

 Así que uno en su casa no corre estos peligros, tienes la vida mas segura y hasta donde se puede, mas tranquilla, porque la verdad es que,  la tal tranquilidad en la casa es relativa, pues ya uno a esta edad de nosotros, se ha puesto mal humorado, fregón y como estás solo con tu mujer que también por sus años, y razón no le falta para molestarse por todo cuanto  haces, pues se te olvidan muchas cosa que a ella le fastidian, a veces cosas baladíes que tu no crees que tengan tanta importancia, pero para ella sí.

Por ejemplo: dejar el tubo de la pasta de dientes destapada, la jabonera llena de agua, la toalla mojada sin  colgar al sol, los interiores y las medias  tiradas fuera del tanque de la ropa sucia.

Como te digo, cosas insignificantes, pero se disgusta. Claro que ella también tiene sus cositas, no cierra las puertas de los closet, se duerme con los lentes puestos y la televisión encendida, pero el bueno de uno, cierra las  puertas, le quita cuidadosamente los lentes para que no se despierte, la cubre con las sábanas y le apaga el televisor.

Acepto que yo en verdad molesto  a mi mujer pidiéndole cosas que yo podría hacer, desde lo más elemental como es tomarme un vaso de agua e ir a la nevera y servírmelo yo mismo, como no quiero perderme el posible gol que puede meterle el equipo de mis simpatías en ese preciso instante,  lo que hago es llamar en voz alta a Filomena – mi mujer – que está ocupada en la cocina preparando el almuerzo o lavando la ropa.

Desde luego, ella aburrida, porque esto es cosa de todos los días, me grita: ¡Carajo!  “Matías, es que ya no puedes caminar,  párate un rato y ven tu mismo a buscar el agua, ¿no ves que estoy con las manos llenas de grasa preparando  el pollo que nos vamos a comer?. Te vas a tullir”.

¿Dime tu Filiberto, no es mejor estar seguro en la casa a pesar de las peleas de todos los días con tu mujer?

Pues yo te cuento – responde – Filiberto: todos los días me levanto temprano, camino media hora antes de desayuno, después me baño con agua tibia, me visto siempre bien sea que vaya o no a salir,  me desayuno a eso de las nueve de la mañana, leo el periódico advirtiéndote que la página que primero abro es en la que están los muñequitos, comenzando por Pancho y Ramona, Olafo y Helga, Condorito y sus amigos, Fonola, Pepe Cortisona, Huevo Duro y Saco de Plomo, esto me hace reír y descargar todo el mal humor que haya acumulado durante la noche.

Seguidamente, cojo el teléfono y llamo primero a mis familiares y luego a mis amigos para ver como han amanecido, me siento al computador, abro mi correo, si algo  me interesa, lo imprimo o lo guardo, luego leo los titulares de algunos periódicos y, finalmente le dedico mas tiempo a la búsqueda de los mas recientes estudios sobre mi especialidad la – Menopausia -, en las revistas especializadas.
Después del almuerzo una buena siesta y en la tarde a leer un buen libro.

Lo que si me molesta bastante y no te lo voy a negar, - continúa Filiberto -es la manera, la forma como ahora los padres educan a sus hijos, no se les puede dar un jalón de orejas a los nietos porque seguidamente salta la madre diciendo que “le van a traumatizar al niño”.

 Esto lo dicen ellas – las mamás – porque la sicóloga así se los ha informado. Aun así, sus travesuras me divierten y cuando no me los traen los Domingos, llamo a mi nuera y le pregunto el por qué no me los ha traído, en fin,  Matías  querido amigo y colega, no me quejo, soy tan feliz que ni en la muerte pienso.

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