de Hugo Asencio
De qué servirían el amor y el conocimiento
el sabor y los deseos las flores y los frutos
las sensaciones satisfechas el ruido los silencios
el majestuoso abundante mar las enigmáticas estrellas idas
el sol ardiente fundamental la luna refractaria insulsa
de qué servirían los espejos los muebles y las piedras
las guerras la estupidez y las guerras los mosquitos
bacterias y moléculas y átomos fervientes de existencia
los eucaliptos generosos de belleza mentolada
las ciudades engreídas
y el oportuno ketchup en las jodidas hamburguesas
las criaturas envanecidas de formas revestidas
en epidermis y perfumes
los amantes del estatus y las ambiciones que se arrastran
y los estatus que se cuelgan de mi honor y mis pestañas
de qué servirían los alambrados y el cemento
y nacer y despertar y crecer y soñar
y envejecer hasta ser niño
alimentarse y gozar liberarse y libertar
tocar el viento con el corazón de mi lengua
escalar gigantescas montañas frías
sumergirse en cansados épicos ríos
llorar por si las moscas y amamantarse y eructar
y orinarse en sentimientos descartables
de qué servirían la piel y los huesos
el amor y el desamor
y esa manera de mirar
y escribir estos poemas desgarrados
o estas ganas de esperar
o estas ganas de llegarme
el inaudito amor
o la pasión hijo
a no ser por el oxígeno
y el agua potable
que nos celebra intensamente.
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