Un e-reader contiene miles de títulos, pero es más frágil que un libro
Leer es una forma de la felicidad, y eso no cambia
con los libros electrónicos. Pero la felicidad nunca es completa. Es cierto que
estos dispositivos nos permiten llevar miles de obras en unos pocos gramos,
pero también tienen sus desventajas.
Los e-readers tienen dos virtudes fundamentales.
Primera, que en un dispositivo que puede pesar, como mucho, 650 gramos (la iPad
3), y que en general no supera los 250 gramos (el Kindle), podemos llevar miles
de títulos. Es un sueño: tenemos en el bolsillo, siempre con nosotros, no ya un
libro, sino toda una biblioteca. Por añadidura, es posible buscar rápidamente
palabras o frases dentro de esos textos.
La segunda ventaja es que si se nos antoja leer una
obra que no tenemos en ese equipo, bastará conectarse a Internet y adquirirla
o, si está en el dominio público, descargarla en unos pocos segundos y sin más
trámite. Sólo revisar catálogos en línea es una de las actividades favoritas de
los nuevos aficionados a la lectura.
EN
CONTRA
Pero los e-readers y sus libros digitales tienen
también sus puntos débiles. El primero y más obvio es que no saldrán bien
parados de una excursión a la playa. La arena, el sol y el salitre son muy
destructivos para los dispositivos electrónicos, mientras que el libro de papel
es invulnerable a estos elementos. O a los golpes, sin ir más lejos.
Otra de las grandes desventajas de los libros
digitales es que no hay garantía de poder leerlos dentro de unas pocas décadas.
¿Serán sus formatos compatibles con los equipos de 2025 o 2050? Hoy sufrimos
esto con viejos documentos para PC, por lo que el concepto de una biblioteca
que atesoramos y legamos a nuestros hijos es casi impensable con los libros
electrónicos.
Un tercer problema es que los libros de papel son
mucho más fáciles de marcar y anotar, y que es casi imposible que esos añadidos
se pierdan. Con los electrónicos, esta actividad tan básica se complica y es
mucho más volátil..
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