Autor: Yolanda ibuprofeno del campo (seudónimo)
UN VESTIDO BLANCO PARA PAPÁ
El vestido blanco era prestado. Querían que luciera virginal. Sensación que
ella nunca conoció.
"Puta!". Fue el primer grito que escuchó de su papá, tenía 10 años y no
sabía muy bien a que se refería. A lo largo de su vida el grito se repitió
muchas más veces de las que pudiera contar: "Puta!". Y el grito quedó en ella y
fue su identidad.
Era un departamento viejo, con los pisos cubiertos de alfombras ajadas.
Había un hombre y una mujer de quienes no recuerda el nombre. Otras mujeres
rondaban. Tampoco las recuerda.
El vestido blanco era prestado. Querían que luciera virginal. Ella
temblaba como una hoja.
"Puta!". Las chicas no reciben cartas de amor.
La cabeza gacha y la alfombra ahí. Era azul? O verde? Tan ajada, tan
sucia. Cuanta gente había pisado esa alfombra? Y el olor intenso y penetrante
del desinfectante de ambientes. Los olores son más difíciles de olvidar.
"Puta!". Las chicas llegan a casa a horario.
El vestido blanco le quedaba incómodo. Su propia piel le quedaba
incómoda.
Las más experimentadas le dieron varios consejos que ella no pudo escuchar.
Los latidos que indicaban su pulso eran ensordecedores. Estaban todos
entusiasmados. Había apuro. Y ese olor, tan insoportable. Un olor que contenía
miles de hedores. El pulso en su sien. La estaban esperando.
"Puta!". Por qué no podía ser como las otras?
Las miradas eran de aprobación. El vestido blanco le daba el aspecto
virginal que hacia subir el precio de la venta. Y ella no recuerda quien se lo
prestó. Había llegado el momento. Caminó la alfombra mugrienta, se llevó con
ella el olor a desinfectante y toco tímidamente la puerta.
Tal vez el que esperaba se hubiera arrepentido. Tal vez, harto de la
demora hubiera decidido irse. Tal vez tenía 10 años de nuevo y todo era un muy
mal sueño.
"Puta!".
- Adelante.
Y todo enmudeció. Su piel, su cuerpo, su propio pulso.
El vestido blanco era prestado. Y ella iba a cumplir el deseo de su
padre
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