Anécdota
Hugo Vasquez Caez (Colombia)
Como todos sabemos en la Costa Caribe , son muy frecuente los “sablazos”, las “corbatas”, y las picardías
de gentes vividoras que se aprovechan de la generosidad o de la ingenuidad del
vecino para lograr conseguir con sobrada
astucia, lo que han craneado para
su beneficio. También es muy común los que nacen con una loable inteligencia, que muchas veces nos queda difícil valorarla,
pero nos dan a entender la “obligación”
que tenemos de ayudarlos. Una vez un
familiar me pidió el favor que la acompañara a reclamar un dinero pensional que
le iban a pagar, en el antiguo edificio donde funcionaba Telecom. Como teníamos
conciencia de que la cola iba ser muy larga, ella pidió permiso en la oficina
de su trabajo por 3 horas, pero al
llegar nos dimos cuenta que si tomaba el último
puesto en la cola, como era lo indicado, por lo menos duraría 5 horas
para recibir lo que fuimos a buscar. Observe que cerca de la ventanilla donde
atendían, había una banca y el agente encargado del “orden” dejaba
sentar a las que según èl, tenían mareos, síntomas de vomito, cansancio y poco
después le hacia una señal y con sigilo
la metía en la fila.
Me le acerque y le expuse el motivo de mi presencia allí, y me contestó:
cuando desocupe alguien un puesto en la banca siéntela, yo me encargo del
resto, pero le recuerdo que a “UNO LE DA SED”, no se preocupe que así lo entiendo.Le
regale una buena propina para el “agua” y conseguimos en poco tiempo nuestro
propósito, con la colaboración de este genial “agente del orden”.
Todo ser humano tiene la forma peculiar de ganarse la vida, el agente
de la SED ,
multiplico por varias cifras sus entradas y me hizo recordar un anécdota con un
compadre de Magangué.
Cuando era diputado se me presento en el consultorio mi muy estimado
compadre, Antonio Villalba.(nombre ficticio),
y me pintó con mucho dolor, la situación económica que estaba pasando y me rogó le consiguiera un trabajo. Para hacer
este favor tenia que buscar algo apropiado que èl pudiera desempeñar y me
acorde que se iban a. nombrar unos guardias municipales para que hicieran el
control del contrabando del tabaco, licores entre ellos el celebre ñeque que en
esa época entraba a Magangue por todos los punto cardinales de la ciudad, también
controlaban la entrada de animales con marcado índice de extinción como las hicoteas,
las babillitas etc, etc. Hablé con el Alcalde
y lo nombro en el resguardo de Camilo Torres, un corregimiento de
Magangue que hoy es un barrio de esta ilustre ciudad, por allí entraba la mayor
parte del comercio licito e ilícito a la ciudad.
Dos meses después fue a darme
las gracias y me dijo que estaba muy contento por que además de su mensualidad recibía
muchas “propinas”, bien en dinero o en especies. Le hice ver que esos regalos
que él llamaba propinas estaban prohibidos y me contesto que le daban esos
presentes por su buen comportamiento.
Pasó el tiempo, el Municipio entró en crisis y hubo necesidad de recortar el numero de trabajadores y entre ellos cayo mi apreciado
compadre.Tres semana mas tarde se presento al consultorio y me manifestó que lo habían botado y le dije que ya lo
sabia y le explique el motivo. Con una voz serena y sus pupilas dilatadas me
dijo: ¡Compadre consígame ese mismo
puesto ¡SIN SUELDO!.
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