Decía Virginia Woolf (1882-1941) que, con cierta frecuencia, solía «saquear» las bibliotecas públicas y las encontraba «llenas de tesoros hundidos». Esa misma sensación, la de poseer un tesoro literario entre las manos, es la que debió experimentar Sam Kashner, colaborador de la edición estadounidense de la revista «Vanity Fair», en la Biblioteca Pública de Nueva York. Hace unos meses, Kashner descubrió, en la Sección de Manuscritos y Libros Raros de la institución, «Yates y cosas», un relato inédito de seis páginas escrito por Truman Capote y que formaría parte de «Plegarias atendidas», libro que el autor dejó inacabado.
Según Kashner, en el texto, que aparecerá publicado en el número de diciembre de «Vanity Fair» y podrá leerse online a mediados de noviembre, «el narrador es claramente Truman y Mrs. Williams es, posiblemente, Katharine Graham, editora del ‘Washington Post’». La narración detalla cómo «los dos están listos para embarcarse en un idílico crucero de tres semanas por el Mediterráneo a bordo de ‘La brujería’, el yate alquilado de un amigo, pero debido a una muerte en su familia, su anfitrión italiano -muy probablemente Gianni Agnelli- no puede unirse a ellos en el último momento», explica en la revista el descubridor del relato.
Pese a los lógicos recelos que surgen cada vez que el adjetivo «inédito» se asocia al supuesto trabajo de algún escritor fallecido, Sam Kashner defiende su hallazgo. Para ello recurre a Joanne Carson, en cuya casa murió Capote. «En mi casa tenía una habitación para escribir y pasó mucho tiempo allí porque era un lugar seguro. Tenía muchos manuscritos, muy buenos. Leyó un capítulo, pero llamó alguien y cuando volví lo puso a un lado y dijo: ‘Lo leeré tras la cena’. Pero nunca lo hizo, ya sabes lo que pasó», explica Carson.
Una idea de Santa Teresa
Lo que pasó fue que Truman Capote falleció el 25 de agosto de 1984 dejando inacabada «Plegarias atendidas», cuyo título tomó de una idea de Santa Teresa (se derraman más lágrimas por las oraciones contestadas que por las que no tiene respuesta) y que vió la luz en 1987 con tres capítulos: «Monstruos Perfectos», «La Côte Basque» y «Kate McCloud». En ellos, publicados de forma separada entre 1975 y 1976 en«Esquire», Capote realiza un feroz y sarcástico retrato de la alta sociedad neoyorquina, incluyendo detalles de la vida de Gloria Vanderbilt, Peggy Guggenheim o Jacqueline Kennedy Onassis.
Todos ellos, hasta entonces sus «amigos» y quienes le acompañaron en el famoso «Baile en blanco y negro» en el Plaza de Nueva York en noviembre de 1966 en honor de Katharine Graham, le condenaron al ostracismo tras la publicación y muchos ni siquiera volvieron a dirigirle la palabra. Durante sus últimos años, Capote habló con su editor, en numerosas ocasiones y con todo lujo de detalles, de cuatro capítulos restantes de «Plegarias atendidas», llegando a citar fragmentos de diálogos. Dicho material, que nunca llegó a entregar a Random House, habría desaparecido tras su muerte.
Leyendas urbanas
El editor americano de Capote, Joseph M. Fox (1926-1995), cuenta en el prólogo de «Plegarias atendidas» (Anagrama), cómo su albacea literario, su biógrafo y el propio Fox llevaron a cabo «un minucioso examen de todos los efectos personales del autor tras su muerte». El resultado fueron ocho cajas grandes que en 1985 fueron donadas a la Biblioteca Pública de Nueva York por los herederos de Capote. «Lo guardaba prácticamente todo y no había razón alguna para destruir tales documentos», asegura Fox.
En dicho prólogo, el editor incluye «Yates y cosas» dentro de los «capítulos que (Capote) mencionó en algunas conversaciones conmigo y con otras personas». Incluso hay teorías sobre la pérdida del material. La primera dice que el manuscrito fue terminado y está oculto. La segunda es que Capote no escribió ni una línea más tras publicar «Kate McCloud» en 1976. Y la tercera es que sí escribió algún capítulo, pero lo destruyó. No sabemos qué pensaría Fox, partidario de la última, al conocer el descubrimiento de «Yates y cosas», aunque, como decía en el prólogo: «No dudo que estas líneas existieran solo en su cabeza, pero cuesta creer que en algún momento no las plasmara en papel».
«Plegarias atendidas» de un ama de casa
POR PATRICIO PRON
Al terminar el baile que Truman Capote dio en el hotel Plaza de Nueva York para celebrar el éxito de A sangre fría, el escritor norteamericano se dirigió a su apartamento y no volvió a escribir. Era la madrugada del 29 de noviembre de 1966 y el autor había prometido a sus editores un libro que no entregó ese año ni el siguiente y que sólo se sentó a escribir seis años después. Gore Vidal dijo en una ocasión que Capote era «un ama de casa de Kansas hecha y derecha», y lo cierto es que ésta disfrutó mucho de ser famosa, que era su único deseo y la razón principal por la que había ido a Nueva York algo más de veinte años antes. Capote se dedicó a ingerir enormes cantidades de alcohol y fármacos y a alternar con sus nuevas amistades, las personas más famosas de su época, para las que se convirtió en una pequeña y maliciosa mascota. Claro que no era una mascota sino un escritor y Capote decidió contar todo lo que había visto. El resultado fue «Plegarias atendidas», que le granjeó el odio y el rechazo de aquellos que alguna vez lo habían celebrado. No era lo que tenía en mente, así que dejó el libro inconcluso: sus oraciones habían sido atendidas pero, como anunciaba desde el título de su libro, por ellas suelen derramarse lágrimas. «Plegarias atendidas» es el monumento a un talento desperdiciado, las últimas noticias de un autor que llegó hasta el final del camino una tarde de verano y descubrió que el sitio al que se dirigía era un espejismo.
Patricio Pron es escritor.
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