"Son cien años de una empresa argentina que siempre estuvo comprometida con el ámbito local", dijo Luz Henríquez, directora de El Ateneo, editorial fundada hace un siglo junto a la librería homónima por el inmigrante español Pedro García.
"Pedro García fue un inmigrante que supo ver el enorme espacio que existía en este país para la comercialización del libro y para la edición de su propio material -señaló Henríquez a Télam-. Fue un visionario que concibió esta importante editorial de América Latina, muy sólida en su catálogo, en su mayoría universitario y enciclopédico".
García, ferviente republicano socialista, "atendía el lugar junto a su familia y a los libreros que eran verdaderas enciclopedias: `si no está en El Ateneo, no existe`, era lo que se decía en aquella época", indicó la directora. García llegó al país luego de que su hermano mayor le ofreciera rearmar la familia al otro lado del Atlántico y estaba relacionado con el mundo de la medicina, la salud pública y con lo que se conocía como "higienismo", una serie de prácticas destinadas a mejorar la calidad de vida de la población. De esa vocación surgieron los primeros vínculos de El Ateneo con la medicina, que terminaría siendo el punto fuerte de su catálogo. García viajó a Europa, sobre todo a Francia, en busca de textos que en la Argentina no se conseguían y que la editorial ofrecía en lengua extranjera, para luego traducir y convertir muchos de ellos en material de consulta para los profesionales médicos. El Ateneo abrió sus puertas oficialmente en septiembre de 1912, y su primera sede estuvo en la calle Victoria 653 -hoy Hipólito Yrigoyen-, entre Perú y Chacabuco. García, nacido en Logroño, quiso devolver, de alguna manera, el amparo que le dio el país, y terminó por ser conocido como el "as de los libreros de América". Además de los célebres catálogos sobre medicina, la editorial marcó hitos en el terreno de la literatura con títulos como "La Divina Comedia", "El Decamerón", los ensayos de Montaigne y una lista de textos selectos que iba de Shakespeare a Rubén Darío y de Maquiavelo a Homero. En 1938, El Ateneo se trasladó al tradicional edificio de Florida 340, un local de varios pisos, propiedad de uno de los primeros magnates de la industria del cine, Max Glucksmann, quien también era propietario de la sala del Grand Splendid, donde más tarde se instalaría otra famosa sede de la librería. En ese local se reunían numerosos autores en las denominadas "Peñas de Escritores", luego conocidas como "Peñas de la Amistad", donde se congregaban autores de diversas procedencias y adscripciones estéticas e ideológicas, como Manuel Mujica Láinez, Jorge Luis Borges, Eduardo Mallea, Horacio Quiroga, Victoria Ocampo, Julián Centeya, Conrado Nalé Roxlo, Leopoldo Marechal y Martha Lynch. Así como Ezequiel Martínez Estrada, Roberto Giusti, María Elena Walsh, Juan Filloy, Héctor A. Murena, Nicolás Guillén y, en alguna ocasión, Ray Bradbury. En 1968 se lanzó la "Primavera de las Letras", una creación de Francisco Gil, quien había ingresado a trabajar en la librería como cadete en 1931 y permaneció en ella por cincuenta años. Durante esas jornadas, una gran cantidad de escritores firmaba ejemplares de sus libros, favoreciendo el diálogo con los autores, muchos de los cuales se encontraban por primera vez con la opinión de sus lectores. Leopoldo Marechal, un entusiasta participante de estos acontecimientos, comentaba, entre risas, el reto de una lectora por lo que consideraba un error de ortografía en el título de "Adán Buenosayres". La "Primavera de las Letras" es considerada el principal antecedente de la Feria Internacional del Libro, de la cual Eustasio García, sobrino de Pedro García, fue primer presidente ejecutivo. En 1998, el Grupo Ilhsa adquirió El Ateneo, ya con la cadena Yenny en su haber, iniciando un plan de expansión que abrió nuevas sucursales como el local ubicado en Florida 629 y el de la emblemática esquina de Cabildo y Juramento, así como también en La Plata, Rosario, Córdoba y San Miguel de Tucumán. Según Henríquez, El Ateneo "conserva la idea del gran catálogo: no sólo se encuentra la novedad, sino que existe al menos un ejemplar de la temática que sea. Esa es una de las filosofías que tiene la librería. A esto se le suma lo agradable del lugar, en donde se puede tomar un café mientras se elige un libro, un disco o una película".
Diario de Cultura. on line
FELIZ CUMPLE !!!! Cuantos libros hemos leído y seguiremos leyendo. AdemáS DISfrutando del ATENEO, un lujo admirado por todos arg y extrajeros.
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