Autora; Milvia Baquiaza Carupia. Colombia
Eberas; nuestra sangre son los bejucos de yagé de estas selvas hijas de nuestra madre tierra.
Su sabia nos alimenta el espíritu y engrandece los poderes de nuestros jaibanas.
Nos salva de los rencores terrenales que oscurecen el corazón ebera.
Su deliciosa miel nos transporta hacia el infinito, posamos nuestros arrepentimientos en lo más fecundo de las entrañas del itua y nos enseña que somos parte de ella, al llegar la travesía volveremos al barro espeso de donde salimos.
Ebera llegaste a este mundo a sembrar el maíz, para hacer la chicha de nuestros ritos de hermandad, estas aquí para fecundar la tierra, porque de tus hijos depende que el rio de agua dulce corra por tu casa; que los armadillos entren a su cueva y que las hijas de tus hijos cuiden el jardín del yagé.
Porque os aseguro que manos blancas asechan arrancarle el corazón a nuestro padre karakabari
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