John Lennon publicó Por su propio cuento (In His Own Write) y Un españolito en obras (A Spaniard in the Works) en 1964 y 1965 respectivamente. Estos libros contienen cuarenta y nueve textos entre cuentos, parodias y poemas. Están escritos en una jerigonza que se alimenta de incesantes juegos de palabras: paronomasias, calambures y extravagantes neologismos. En todos destella una jocosidad feroz que emerge del inconsciente más profundo, libre de cualquier tipo de censura. Los dibujos que los acompañan parecen trazados con la misma espontaneidad lúdica.En la década del sesenta, In His Own Write se publicó en la Argentina con el nombre de "En su tinta" con una traducción de Jaime Rest que empleaba el lenguaje urbano de Buenos Aires. Andy Ehrenhaus, el traductor de la actual edición bilingüe, explica (adoptando un divertido estilo lennonesco) las enormes dificultades de trasladar al español una prosa tan rebelde sin domesticarla y cómo opto por "buscar una aproximación que fuese fiel" al espíritu del autor. Su estrategia (salvo por los títulos de los dos libros) resulta lunáticamente eficaz, porque implica imaginar a Lennon escribiendo esos textos en español, por lo cual hay que atribuirle a Ehrenhaus una meritoria coautoría.En "La fiesta de Randolf", por ejemplo, éste se lamenta porque pasará la Navidad solo, pero recibe la visita inesperada de sus "buenos amigos". Ellos le informan a Randolf que nunca les ha caído bien, lo matan y Lennon concluye: "Al menos no murió solo, ¿verdad?". En el original, "Christmas "se transforma en "Chrisbus" (literalmente el "ómnibus de Chris o de Cristo"). Ehrenhaus elige para su traducción usar "Vanidad" y los adornos del arbolito mutan en "abortos navideños".Unas páginas más adelante "Jungle Jim"(Jim de la Selva) cambia a "Jumble Jim" (Confuso Jim) y en la versión castellana se convierte en "Jim de la Acelga". Lo mismo ocurre con "Jack the Ripper"(Jack el Destripador) que se deforma en "Jack the Nipple"(Jack el Pezón) y halla su equivalente español en "Jack el Destetador"."Yo tenía una especie de actitud de compositor profesional en relación con las canciones pop -rememoró Lennon en una entrevista de 1970-, pero para expresar mis sentimientos personales escribíaA Spaniard in the WorksyIn His Own Write." La influencia de Bob Dylan lo impulsó a tratar de volcar sus propias emociones en los temas interpretados con los Beatles. La rabiosa letra de "I Am The Walrus", como bien señala Jon Savage en el prólogo, es lo que más se acerca al estilo literario de estos dos libros.Ellos revelan el lado más iconoclasta de John, que apunta sus dardos satíricos contra la religión, la política, los medios de comunicación, el matrimonio burgués y todo lo que en esa época era considerado respetable o sagrado, al menos por la mayoría de las personas. "A ojos de Dior -predica el reverendo de "Yo soy creyente, pelo..."-, todos somos un manojo de plátanos, columpiándonos en la brisa..." En "No podemos olvidar las erecciones generales", una ilustración muestra a una mujer desnuda arrodillada frente a un inodoro encima del cual un cartel dice: "Vote por Harold", en referencia al político laborista británico Harold Wilson.Albert Goldman, en Las vidas de John Lennon (1988), realizó una maliciosa interpretación freudiana de "Frank sin mosca" arguyendo que ese cuento reflejaba las frustraciones de la vida conyugal de su biografiado con Cynthia, su primera esposa. El breve relato narra cómo Frank asesina a su mujer, la mete en una bolsa y la lleva "a su dulce hogar" para devolvérsela a su madre.El humor negro también reina en "Una sorpresa para el pequeño Bobby" con un garfio como regalo de cumpleaños y en esta estrofa de "El periquito gordo": "Hay gente que no estima/ a los pericos guapos/ y se los desayunan/ o entregan a su gato". El bestiario lennonesco contiene, además, una vaca que da leche embotellada. Su talento para la parodia puede comprobarse en las imitaciones burlescas que ejecuta contraBlancanieves, Sherlock Holmes y La isla del tesoro. Los críticos hablaron mucho sobre las influencias literarias que creían vislumbrar en esas obras a las que emparentaron con la tradición británica delnonsense(sinsentido). La única influencia concreta que reconoció John fue la de Lewis Carroll. Intrigado por tanto alboroto, decidió explorar a Chaucer y a Edward Lear, pero no encontró ninguna semejanza. Incluso se atrevió con un capítulo de Finnegans Wake y "le pareció que lo conocía desde siempre".Casi medio siglo después In His Own Write yA Spaniard in the Works siguen planteando el mismo desafío a los lectores desprevenidos, el mismo tómalo o déjalo sin medias tintas mercadotécnicas ni concesiones a la corrección política. En ellos conviven -en violenta armonía- lo refinado y lo grotesco, lo popular y lo vanguardista, como si esos textos obsesionados por subvertir el lenguaje fueran los incontrolables balbuceos de un idioma que hemos olvidado o que todavía no ha sido inventado del todo.Fuente: Felipe Fernández, La Nación.
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