de Gabriel Patané
Estaba por empezar la obra. Un hombre disfrazado de árbol esperaba su momento. Tras la cortina del escenario la protagonista no se hablaba con la actriz secundaria. El actor principal odiaba al director, quien le puso el texto más difícil de la obra. El sonidista no soportaba los continuos retos que la maquilladora daba a toda persona que se le acercaba. Un actor de reparto se ponía a fumar siempre delante del decorado y eso enojaba a la mujer del vestuario. El apuntador no era observado y solía gritar en vez de hacer señas. La productora de la obra de teatro siempre llegaba tarde pero esta vez llegó temprano. Entre tanta discusión sumó también su enfado, iba cada vez menos público del esperado. Los dos reflectoristas se bajaron de la parrilla y apagaron las luces del escenario. Todos se quejaron a la vez. En el medio del escándalo se abre el telón y el público aplaude, la música suave. De entre las sombras un hombre disfrazado de árbol se ubica en medio para decir su texto. “Soy quien ha escuchado lo que por años el hombre ha hablado. Sin embargo nadie sabe qué tan poco por usado tiene a veces el silencio, y lo bien que queda a mi lado. Pídanme que yo les hable y puedo todo yo contarlo”. Los actores se miraron en el escenario, los ayudantes en los costados. Tragaron saliva, temblaron. Y la obra se siguió dando.
BELLÍSIMO!!!!!!!!!!
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