lunes, 3 de septiembre de 2012

Las cartas inéditas de la generación beat

La traducción al español de la correspondencia entre Allen Ginsberg y Jack Kerouac encuentra un renovado interés por este grupo de escritores norteamericanos que aún hoy influye en los jóvenes. Un libro repleto de anécdotas, confesiones y consejos literarios







La amistad entre Jack Kerouac y Allen Ginsberg es una de las más felices dentro de la literatura. A pesar de cultivar estilos distintos, uno en la prosa principalmente y el otro en la poesía, se ayudaron mutuamente en sus carreras como en la vida, desde el inicio de su relación en el campus de la Universidad de Columbia, cuando ambos soñaban con la fama artística, hasta la prematura muerte de Kerouac en 1969, a los 47 años, tras una ardua lucha con el alcohol. Según se supo, los dos autores mantuvieron a lo largo de todos esos años una asidua correspondencia que llenaba más hojas mientras más distanciados se hallaban.
La reciente aparición de estas cartas -inéditas hasta hace muy poco y ahora publicadas en nuestro idioma por Anagrama- descubre nuevas facetas y se suma a un actual interés por la generación beat, que en los últimos años ha visto la edición de nuevas versiones no censuradas de sus más conocidas obras y su adaptación al cine (Aullido, con una actuación sorprendente de James Franco; y En el camino, próxima a estrenarse e interpretada por un elenco de estrellas a cargo del brasileño Walter Salles, el mismo de Diarios de Motocicleta). El intercambio epistolar permite conocer los inicios de este movimiento literario en torno al cual se constituyó una de las primeras contraculturas del siglo XX y la relación entre sus principales figuras (Williams Burroughs, Gregory Corso y el legendario Neal Cassady son nombrados a menudo), en tanto la selección de cartas – de 1944 a 1963- abarca el período más activo del grupo. Coincide, por otro lado, con una etapa en la que la cultura norteamericana se vuelve predominante a la par del impulso económico y militar que consolida a los Estados Unidos como primera potencia mundial tras la bomba de Hiroshima. El movimiento beat , un núcleo heterogéneo de hijos de familias adineradas, la clase media intelectual y jóvenes delincuentes, cobró fama por apartarse de los valores que promovía la naciente sociedad de consumo e influenciados por el existencialismo de posguerra buscaron la libertad y la afirmación de sí mismos en los márgenes del sueño americano: el jazz, el sexo, la experimentación con drogas, los viajes, las religiones orientales y la invención de una literatura en la que se vieran plasmadas sus visiones místicas, donde se reunían el paisaje de una Norteamérica silenciada y las desbocadas aventuras del grupo. Lo más interesante, de todas maneras, es que las cartas echan una nueva luz sobre la gestación de sus obras y su oficio de escritores, desmintiendo una generalizada visión según la cual Ginsberg y Kerouac vivían con el mismo desenfreno que el personaje de Dean Moriarty en el opus magnum que es En el camino. Si bien es cierto que alcanzaron su reconocimiento por haber forjado una escritura espontánea cercana al modo en que hablamos cotidianamente, a lo largo de estas páginas se suceden discusiones de estilo y sugerencias que dejan entrever un trabajo continuo de reescritura previo a la publicación de sus libros y una atenta negociación para encajarlos en las distintas editoriales. Las Cartas son de este modo una muestra cabal de la escritura beat y alcanzan su lugar al lado las famosas Cartas de la Ayahuasca de Ginsberg y William Burroughs como también de las demás obras, ya que se incluyen además las experiencias de sus alucinantes viajes por México y otros rincones más alejados de sus tierras como Tánger y el paso de ambos por la cárcel y hospitales psiquiátricos, donde nos brindan observaciones profundas entre la lucidez y la locura. Los dos autores eran conscientes de su futura importancia, como ya le manifestara Kerouac al editor de los beats, Lawrence Ferlinghetti: “Llegará el día en que estas cartas harán llorar a América”.Fuente: José Ignacio Loschi, Infobae.

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