REGION CARIBE, un sueño.
CUENTO- AUTOR Josè V. Torres de la Espriella ..
Nadie sabia donde nacía ni donde terminaba, como tampoco conocían sus orillas. Inmenso, interminable, sus aguas corrían raudas, sin descanso, arrastrando siempre vestigios de la vegetación de las ciénagas vecinas y ocasionalmente restos de algún rancho abandonado..
Parvadas de aves marinas revoloteaban con frecuencia por el techo del cielo circundante y manadas de caimanes con sus fauces abiertas, se podían observar en las playas del río, en las ocasionales y cortas temporadas de verano ..
A esto se le llamaba simplemente El Rio: sin apellidos ni sobrenombres y todo lo que acontecía se consideraba como un devenir natural sin nada que se pudiera hacer al respecto.
.Mas de cincuenta años habían transcurrido y el panorama había sufrido pocos cambios, excepto que ahora El Rio en sus crecidas, arrastraba igualmente muchas reses ahogadas, sobre las cuales viajaban como polizontes vestidos de negro- gallinazos, que inmóviles parecían custodiar su encargo funerario..
El boga, apenas vestido con su taparrabos como única prenda de vestir, nunca se inmutó cuando la embarcación súbitamente encalló, aprestándose en cambio, en asocio con los otros compañeros de trabajo, a liberar el barco arrojándose por la borda con los aparejos para la operación.
La tarea ni el percance eran nuevos, pues eran incontables las veces que repetían la misma operación, pues con cada creciente El Rio arrastraba una gran cantidad de tierra, que al caer en su lecho cambiaba el curso navegable del mismo.
Los bogas o remeros, eran los encargados de impulsar las embarcaciones por el lecho El Rio. Sus instrumentos de trabajo se llamaban botavaras, que consistían en unas pértigas, las cuales tenían su extremidad bifurcada o trifurcada, a fin de impedir que éste se hundiera mucho en el cieno. Las embarcaciones pequeñas solo llevaban consigo un canalete, o remo muy corto.
Ya para la misma época, nuestras costas y muchas regiones de nuestro país, habían sido habilitadas para trabajar en la minería y otros trabajos duros con personal traído del Africa, muchos de los cuales se mezclaron con los indígenas, y muy pronto se convirtieron en bogas y remeros.
Estos bogas, hombres rudos y viajando por todos los ríos de Colombia tenían gran demanda entre las mujeres, de tal suerte que “en cada puerto fueron dejando un amor”..
Sin padres, sin apellidos ni ancestros conocidos, sin arraigos culturales cercanos, solo con el tum tum de los tambores africanos y el zumbido de la flauta de nuestros indígenas en el subconsciente, se ha venido desenvolviendo o desarrollando el Hombre de la Costa Caribe: El Hombre Caribe no tiene apellidos propios; ni apegos sentimentales a sus antepasados.
Sigue evolucionando el Hombre Caribe.
Con frecuencia le decía a mi amigo y vecino, “ No se estire mas el pelo, pues se está quedando calvo, ni se aplique mas la crema , pues se está poniendo blanco, y un albino calvo nadie lo quiere”. El se empecinaba en distorsionar su apellido, que no era de origen español, haciendo gala de sus antepasados extranjeros, y renegando de nuestras costumbres; con frecuencia ordenaba estirarse el cabello y en mas de una ocasión, sobretodo en las reuniones sociales en su casa, pues era un gran anfitrión, se embadurnaba la cara durante varios días con una crema blanqueadora, específicamente con Cremoquinona, muy de moda entre las señoras en proceso de identificación racial.
Ya el tipo me tenía cansado con sus delirios de grandeza y el frecuente rechazo a nuestras costumbres, sobretodo a las danzas eróticas que se originaban en los barrios populares, cargadas con expresiones comunes de los negroides de nuestra ciudad. Pero nada, el tipo se creía europeo, sin embargo se volvía loco cuando escuchaba los ritmos musicales de la costa Caribe Colombiana.
.
Para desquitarme, cualquier día invité a varios amigos, por supuesto el estaba entre los invitados, a una cena, y de paso escuchar a un viejo conocido y defensor incansable de la tesis sobre la formación del “ Hombre Caribe”:
. Sostenía mi amigo, que el futuro de la humanidad estaba en la Amèrica Latina, y que solo mediante la fusión de las razas se podría concretar dicho proceso, el cual ya había empezado aquí. Continuó su ponencia en los siguientes términos: “Hemos escogido para el estudio a Cartagena, Barranquilla, Santa Marta y Riohacha, ciudades costeras, y con un componente humano similar:………………………………………. “Cualquier día de la semana, tomamos al azar muestras de sangre de cien transeúntes, en cada una de estas ciudades mencionadas, a fin estudiar el Mapa Genético y el ADN de cada individuo.